Pelé avanza con lentitud, porque las piernas apenas le dan, en otro tiempo no fue así, las proezas están hechas y para eso le sirvieron: 1.283 goles y tres Copas del Mundo para Brasil, sin embargo, las de ahora no bastan para soportar el peso de un viejo de 80 años, que camina apenas hacia una silla solitaria, se ayuda con un andador ortopédico, seguramente de aluminio, cuando llega y logra sentarse, con desprecio lo empuja y aleja el andador, y por fin el hombre está listo y vamos a lo que importa: responder lo que le pregunten.
Lo que importa está en el valioso documental “Pelé” que se estrenó mundialmente el pasado martes, vía Netflix, y que fue dirigido por David Tryhon y Ben Nicholas, porque se trata de una película producida en el Reino Unido y con un escocés como productor, Kevin McDonald, también director de documentales y ficción.
No es cualquier cosa la película, y Pelé, entonces, está dispuesto a responder sin mentiras y sinceramente.
Cuando era niño pensaba que Brasil era el país más lindo del mundo, porque no sabía que existían otros países.
Y también que su padre, al que le decían Dondinho, era el mejor jugador del mundo, pero eso era por cariño.
Hablan Pepe, Dorval, Zagallo, Amarildo, Coutinho, Rivelino y Jairzinho, entre otros. Viejos que no necesitan ponerse de acuerdo: Pelé es el rey y todos por debajo y nadie nunca pretendió algo distinto. Ni en sueños.
Los documentalistas buscan a Pelé como un fenómeno social y político profundo y extendido, porque tanto en democracia como en dictadura, se mantuvo como un héroe nacional y popular.
No hay capítulos como tal, pero la película sigue las marcas e imágenes de los mundiales, a partir de Suecia y por cierto está Chile y Sausalito, que fue donde lo lesionaron; también el desastre de Inglaterra y la reivindicación en México 1970.
Entre medio lo de Santos y otra marca, entre 1957 y 1961, convirtió 355 goles. Algunos están en el documental y digamos que son de tres clases: lo hay formidables, los hay colosales y los hay magníficos.
Si alguien quiere saber por qué Pelé, porque quizás ha visto poco y nada de su trayectoria, pues bien, en este documental está la respuesta.
Pelé, cuando está comiendo con unos veteranos que son sus antiguos compañeros de Santos, sonríe feliz y hasta canta, como en París: “¿Qué rey soy yo? Sin reinado, sin corona, sin castillo y sin reina. Voy por el mundo sin rumbo”.
Pelé, en otro momento, no puede controlarlo, aunque se oculta el rostro con sus manos arrugadas y dedos chuecos, pero no puede evitar las lágrimas frente a la cámara. Los viejos, a veces, recuerdan lo que más quieren y por eso lloran. En este caso es Pelé y por tanto es Brasil.
Una gran película.