En estos calamitosos tiempos, sobrevivir es ya un mérito. Y en esta región costera, donde hay tantos mesones que aparecen y desaparecen estacionalmente, estar ahí siempre, todo el año, es también mérito.
El “Santo Cielo” es un café ubicado en lo que viene a ser la plaza pública de Zapallar/Cachagua/Maitencillo, o sea, esa especie de “mall” que se ha formado al lado del Lider de la zona. Ahí se encuentra todo el mundo casi a diario, o muy frecuentemente. Y ahí surge la necesidad de tomarse un cafecito y conversar un poco. El “Santo Cielo” ha cumplido, desde hace muchos años, la misión de proporcionar el lugar adecuado para ello (se han formado en él incluso algunas tertulias, hoy un tanto patulecas, porque los contertulios están encerrados protegiéndose en sus casas), y se ha hecho famoso por sus tortas, helados, kuchenes.
Nos fuimos a visitarlo atraídos, sobre todo, porque supimos que había también un servicio de almuerzo. La verdad es que mucho abarcar no es bueno. Lo que pudimos catar no estuvo bien: un “lomo grillé” ($10.500) que resultó ser un bisté grande y delgado como escalopa, que la Desideria, ese ángel doméstico suyo, prepara mejor. Lo pedimos cubierto con salsa a la pimienta que no fue más que una cucharada de crema con pimienta molida. Y la hamburguesa casera ($6.000), aparte de que estaba sazonada con cebollita, fue igualmente insatisfactoria: en casa, las hamburguesas son gorditas, llevan perejil picado, etc. Aquí la extendieron para que pareciera grande, pero doblada sobre sí misma, apenas superaba el tamaño de una de comida rápida.
Así que nos fuimos a lo que “Santo Cielo” ha hecho siempre y con buena calidad: tortas y kuchenes, más sándwiches. Digamos, para partir, que hace algunos años dejaron de ofrecer la “torta Santo Cielo” que era realmente magnífica (bizcochuelo de chocolate con naranjas): no obstante que en muchas ocasiones le pedimos al propietario que la repusiera, no hubo caso. Las actuales han decaído y no poco: la torta “Sacher” (todos los trozos de torta grandecitos, valen $3.300), aparte de que con la original de Viena no tenía ni el más remoto parecido, nos llegó demasiado “mojadita”, hasta el punto de que soltó un chorrito de agua al pincharla con el tenedor. Y perdió todo resto de sutileza con la incorporación de manjar blanco. La “Selva negra” (también “mojadita”) no tiene traza de auténtica crema chantilly, aunque el conjunto es mejor que la “Sacher”. Lo que estuvo realmente bueno fue el kuchen de manzana: estupenda masa, harta manzana, y nada más. Es lo que debe ser. Salvavidas de “Santo Cielo”: los sándwiches, de muy buena calidad. Un muy buen chacarero, en pan de hamburguesa, buena y abundante carne, y un buenísimo lomito “italiano”, bien gordito de chancho cocido. Los helados, ay, malitos… El lugar es agradable. Se mira pasar gente. Váyase a los sándwiches y kuchenes.
Maitencillo, al lado del Lider.