Esta película se estrena en Chile con siete años de retraso. Es el cuarto de los ocho largometrajes que ha dirigido el canadiense francoparlante Xavier Dolan. Cuando lo rodó, en 2013, aún no había emprendido sus experimentos con el espacio de la pantalla, como los de Mommy, ni con la densidad del tiempo, como en Es solo el fin del mundo. Pero sí están sus temas recurrentes, la relación madre-hijo, el amor homosexual, los secretos familiares, el miedo y el pasado, la presencia de la muerte.
Dolan es un cineasta fino, sensible, inteligente, que lidia con problemas delicados y los enfrenta con un coraje inimitable. Sus películas pueden tener defectos de diverso calibre, pero siempre son interesantes y trasuntan una extraña buena fe, aun en sus momentos más retorcidos. Cuando filmó esta película, tenía 24 años. Y sin embargo, Tom en la granja es una obra esencialmente adulta, que habla de gente joven desde una perspectiva comprometida y a la vez madura.
Tom (Xavier Dolan) viaja en su auto hacia un destino penoso: el funeral de su pareja, Guy, que se realizará en la granja de su familia, en una región desolada, con signos de abandono y anacronismo, un lugar que quizá conoció tiempos mejores. Un espacio que parece transformar el tiempo.
Tom llega, en medio de la niebla, a una casa donde no hay nadie, ni señal para el celular ni vecinos visibles. Se duerme y despierta frente a una mujer áspera y autoritaria, Agatha (Lise Roy), la madre de Guy. Ella lo invita a dormir en la casa y, en medio de la noche, lo despierta un sujeto violento, Francis (Pierre-Yves Cardenal), el hermano de Guy, que le advierte que su madre no debe saber de su romance con Guy.
Es la estructura de un sueño dentro de un sueño, una espiral que se va hundiendo en unas relaciones cada vez más opresivas. Golpeado por Francis y querido por Agatha, Tom empieza a convertirse en un cautivo de la granja y de la falsa vida, con novia incluida, que debe inventarle a su novio muerto. Todo su dolor parece asfixiado por una dimensión oscura, que no ha imaginado y que su novio le ocultó.
Tom en la granja avanza como un drama hitchcockiano en sus dimensiones de culpa y dolor, pero se resuelve a la manera de Dolan, que filma con un intenso compromiso emocional, acompañando la extrañeza del protagonista, su dificultad para liberarse y la rara hostilidad del mundo. Es una indagación en la oscuridad del amor, una especie de perverso sueño introspectivo.
Y es una muestra elocuente de que Dolan ha sido un cineasta completo aun antes de que sus películas llamaran la atención del mundo.
TOM À LA FERMEDirección: Xavier Dolan. Con: Xavier Dolan, Pierre-Yves Cardenal, Lise Roy, Evelyne Brochu, Manuel Tadros, Jacques Lavallée, Olivier Morin.
102 minutos.
En cineartealameda.tv