Los antiguos y emblemáticos periodistas repetían muchas cosas, probablemente demasiadas, pero había una inevitable que era como un mantra, donde no bastaba decir estadio Centenario, sino que el rezo se completaba con el mítico Centenario.
“¡No te jode!”, exclamaría un español de a pie. Y si fuera en auto o en locomoción colectiva, también diría lo mismo. No te jode, no te molesta, aburre, cansa y fastidia el mismo verso arrugado repetido año tras año, pero qué digo: década tras década.
Comentaristas que no lograban decir Centenario a secas y a solas, porque sentían que algo les faltaba: aire, ideas e inspiración.
Cronistas que necesitan darle solemnidad al estadio y construían una palabra compuesta que brotaba naturalmente: mítico Centenario, porque allá vivía la historia del fútbol. Era como ir a un museo o a un templo sagrado. Era como viajar en plan de cruzada en busca de un tesoro.
Traerse el Santo Grial sería un puntito.
Traerse una victoria, por supuesto: un milagro.
Escrito está: nunca un triunfo de Chile, por clasificatorias a los mundiales, y apenas un empate a duras penas.
De nuevo te lo digo, es por moler el café: mítico Centenario.
Sería como lo del intrépido Jasón (o Jason, actualmente), que consiste en viajar a un mundo terrible e invencible, para afrontar miles de peligros y acechanzas y lograr rescatar un vellocino de oro.
El mítico Centenario, mijito lindo, así que estamos hablando de un lugar fantástico y de leyenda, además noble, una cuestión que vos seguramente noentendís, porque no te cabe en la cabeza. Consiste en un recinto fabuloso y poblado de dioses, el resto son semidioses y todas son divinidades. No como vos, un chilenito bueno para la pelota.
La selección se enfrenta con algo gigantesco y portentoso: una hidra, un kraken, un monstruo celeste que desprende títulos, marcas únicas y un equipo legendario por donde lo mires.
¿Qué pueden hacer los seleccionados ante esas dimensiones homéricas?
Son mortales, no más. Qué les vas a pedir. Claro que les puede dar el covid-19 y perderse goles, se ponen nerviosos, les entra el telele y deja que te cuente, limeña, que se mueren de miedo y se les mete el julepe. Mortales. Se mueren. Y entran al mítico Centenario ysabíscómo les aprieta el estómago. Y te digo estómago porque soy educado. Mira, a lo que más pueden aspirar es a ser gladiadores que saludan y mueren. En otros términos: guerreros que juegan bien, pero les pasan por encima.
¿Qué te pasa? Están en el mítico Centenario y en un espacio que está más allá de las posibilidades.
Repite conmigo: mítico Centenario.
Repite de nuevo: mítico Centenario.
Así se empezaba a perder.
Esto era en los viejos tiempos.