Hay que amar un poco la basura pop para ver “Cobra Kai”. Entre otras cosas, porque no está muy bien actuada, repite clichés que ya hemos visto innumerables veces en mejores versiones, tiene escaso vuelo visual y porque, bueno, vuelve a explotar ese pozo sin fin que parecen ser los años 80. Como dijo alguna vez Jorge González, los 80 han resultado más largos que los mismos 80. Incluso, si en lugar de ser una serie en
streaming, “Cobra Kai” tan solo hubiera sido una película-secuela de las cintas “Karate Kid” (1984, 1986 y 1989), ya exigiría su cuota de amor por el pop.
Dicho todo esto, “Cobra Kai” merece algunas palabras que, vale advertir, serán elogiosas. Para ser una serie televisiva de factura convencional, barata incluso, cae en esa nunca del todo bien ponderada categoría de “mala pero buena”. Con capítulos de solo media hora, dispuestos hasta ahora en dos temporadas, retoma la vida de Johnny Lawrence (William Zabka) 34 años después de ser derrotado por Daniel LaRusso (Ralph Macchio) en el icónico combate final de “Karate Kid”.
Lawrence está convertido en un perdedor en propiedad, sin dinero, con un trabajo incapaz de cuidar, alcohólico, separado, con un hijo adolescente del que nunca se ha hecho cargo. Su antiguo rival, LaRusso, que también vive en San Fernando, California, en cambio, está convertido en un exitoso empresario de autos de lujo usados, con un buen matrimonio, dos hijos y una espléndida piscina en el chalet. Si LaRusso representa el sueño americano, Lawrence representa al blanco empobrecido, debilitado en sus valores y sus hábitos, que menosprecia a inmigrantes, incapaz de actualizarse o de entender las claves culturales del siglo XXI. De hecho, cuando lo despiden de su trabajo, usa el último dinero que le entrega su padrastro para reflotar su pasado, la única piedra confiable de su vida, y refunda la academia de karate Cobra Kai, donde se formó cuando era joven. Su único alumno será en principio, vaya ironía, Miguel Díaz (Xolo Maridueña), el hijo de una inmigrante mexicana. Cuando se entera de que Cobra Kai vuelve a existir, el aparentemente satisfecho LaRusso, en tanto, siente de nuevo las sombras del pasado sobre la espalda.
Así, al poco andar, “Cobra Kai” revela un tema propiamente norteamericano, que Fitzgerald clavó como nadie en “El gran Gatsby”, pero que antes marcó el trabajo de Melville y después de Cheever o Coppola: somos peces nadando contra la corriente del pasado. Aquí son dos adultos, ya maduros, que reviven viejas rencillas a partir de memorias, percepciones y prejuicios que permanecen anclados, congelados, hace más de treinta años. Esto, que ya es peligroso, especialmente cuando se trata de karatecas livianos de sangre, comienza a tornarse trágico cuando trasmiten la carga a sus hijos —reales y adoptados— y ellos, sin poder evitarlo, comienzan a repetir los errores de sus padres. “Cobra Kai” podrá tener incontables debilidades, pero muy pronto comienza a acumular una atmósfera saturada de emociones mal encaminadas, colisiones irracionales, personajes entrabados por fuerzas que no reconocen. Una cosa es que el pasado domine la vida de los hombres que lo vivieron, pero otra es que los hijos hereden lo que los padres no han podido solucionar con su propia historia. No deja de ser sorprendente que un material tan aparentemente sin pretensiones como “Cobra Kai” se sumerja en terrenos tan peliagudos.
Pero las señales que dan la banda sonora, en el capítulo en que los adolescentes de la cinta se disfrazan de personajes de los 80, y la demencia en que termina la segunda temporada dejan poco espacio para pensar que el efecto no haya sido explícitamente buscado. “Cobra Kai”, en ese sentido, lleva al microcosmos de un puñado de personajes de San Fernando advertencias construidas por el psicoanálisis, pero también hechas —en clave política— últimamente por el escritor David Rieff, quien ha advertido sobre las trampas que existen en el uso o abuso de la memoria histórica, en que resucitar constantemente el pasado es una forma de impedir otro futuro. Vista así, “Cobra Kai”, quién lo diría, arroja incluso luces sobre la propia situación que conocemos en Chile, donde las definiciones políticas, los argumentos esgrimidos y los prejuicios implícitos muchas veces aún parecen anclados en lo que pasó 50, 40 o 30 años atrás.
Cobra Kai
Creada por Jon Hurwitz, Hayden Schlossberg y Josh Heald
Con Ralph Macchio, William Zabka, Xolo Maridueña.
Estados Unidos, 2018-2019.
SERIE