En el 2014, cuando asumió la propiedad del club, Carlos Heller tenía grandes proyectos para la U. Ganar la Copa y construir un estadio. Hoy, cuando ya ha tomado la decisión de hacer la pérdida y vender sus acciones, la institución no sólo ha perdido valor de mercado, sino que tiene futuro incierto, porque ni siquiera el vendedor, un sagaz empresario con amplias vinculaciones en el mercado financiero, sabe quiénes son los interesados en llegar a Azul Azul.
Lo que pudiera parecer apenas una estrategia de compra, es la realidad del fútbol chileno, donde nadie sabe con certeza los nombres propietarios de las sociedades anónimas. La reticencia de Heller para traspasar el poder a Sartor Finance Group y Atlas Fintech Holdings es obvia para un dueño que cometió muchos errores, pero que nunca dejó de ser un hincha verdadero. Y que ahora está en la peor de las pesadillas: irse sin saber que está dejando atrás. Demasiado grave para quien prometió grandeza inédita.
Es pertinente señalar que quienes pretenden tomar control del club no se han mostrado interesados en decirle a los hinchas cuáles son sus planes, sus metas y sus propósitos, porque, entre otras cosas, no quieren que se sepa quienes son, lo que habla, en mi criterio, por si solo. Hicieron su movida a nivel dirigencial y con eso basta. Los aficionados no querrán saber qué se proponen, deben creer.
“Hago un llamado a la barra brava. Si tenemos un deportista que violenta a una mujer, ¿qué dicen las barras? Yo espero que no sean condescendientes con personas que tienen actos de violencia contra las mujeres”. El discurso de la Ministra de la Mujer y Equidad de Género, Mónica Zalaquett, sólo generó dudas. ¿Es un llamado a que la barra hagan justicia por mano propia? ¿Es un reconocimiento a que la justicia y las instituciones han fracasado en el intento? ¿Es la vieja costumbre de aprovechar a los garreros como instrumentos de presión cuando la política los necesita? Lo que haya sido es una puerta abierta— otra vez— para convertir a la Garra Blanca (y sus pares) a ser protagonistas legítimos de una discusión en la que —otra vez —la dirigencia del club ha escondido la cabeza. Por algo, claro, el llamado de la ministra es a la barra, y no a los dirigentes. Debe intuir quién manda en ese club, porque Blanco y Negro, tan activo para fijar posiciones en distintos ámbitos, esta vez ha hecho mutis por el foro.
Dicho sea de paso, Colo Colo ha marcado tres goles en cuatro partidos después del receso. Y todavía no gana. Y dos de los tres tantos los anotó Esteban Paredes, su delantero de 40 años. En los últimos 180 minutos ha rematado una vez con riesgo al arco, y por cuenta de Bryan Soto, un juvenil. El juego no entusiasma, es mezquino y parece superado en cada encuentro, lo que preocupa porque viene Copa Libertadores. Tras el empate ante Unión La Calera, Gualberto Jara y Julio Barroso se felicitaron por al “la actitud”, reconociendo que había mejorado con respecto a los duelos anteriores. Por el lado del rival, el entrenador y Felipe Seymour se lamentaron del resultado y del rendimiento porque les privaba de seguir luchando por el título. Honestamente, ¿quién se lo iba a imaginar?