Unos niños juegan en el lago semiseco del inmenso valle mexicano de Tlaxcala; en sus revolcones parecen todavía mezclados con el barro primordial. A cierta distancia, un grupo de adolescentes practica sus propios juegos de revolcones y amoríos ardientes. Más lejos, los dueños de esa vastedad, Juan (Carlos Reygadas) y Ester (Natalia López), comparten con amigos en un ambiente de bebidas y ambiguos coqueteos. En la siguiente escena, unos viejos narran la mitología cosmológica de los indígenas locales. En estos primeros minutos queda expuesta la escala inmensa que propone
Nuestro tiempo: toda la vida de los seres humanos, todos los estadios por los que transitan, sobre un paisaje abierto que parece el del planeta recién nacido.
No hay un momento de esta extensa película donde se pueda perder de vista el gigantismo de sus dimensiones: la pantalla ancha, las distancias inusualmente grandes que toma la cámara, la mirada meditativa sobre el paisaje y, lo que quizá es menos notorio, un trabajo de orfebrería con el sonido —archiselectivo, quirúrgico, exacto—, que hace del silencio y los ruidos de la naturaleza el verdadero lienzo de las imágenes.
Juan, que además es poeta, y Natalia, que además es editora, son los dueños de un rancho donde se crían toros de lidia, toros bravos, fornidos y peleadores que evocan la representación de un machismo ancestral, de raíces animales. Y forman un matrimonio que se propone abierto; mejor aún, Juan insiste en que su esposa tenga una aventura sexual con su amigo y empleado Phil (Phil Burgers). Pero cuando esto ocurre, la situación empieza a volverse intolerable, primero para él, luego para ambos. Entonces se advierte que
Nuestro tiempo es una exploración en la pareja, la posesión sexual, los celos, las mentiras y las verdades (siempre a medias), en fin, todo aquello que solemos llamar amor.
Hay una cierta similitud entre el cine de Reygadas y el de Terrence Malick: su fascinación por el paisaje agreste, la luz natural, el sentido de nacimiento de las cosas, la posición demiúrgica del relato. Pero Reygadas es más laico, mexicano y universalista hasta las raíces: en
Nuestro tiempo se mezclan las fuerzas de la naturaleza con las de la cultura, lo exterior con lo interior, lo instintivo con lo racional. La metáfora nace tanto de la tierra como de la educación.
Nuestro tiempo es el sexto largo de Reygadas en los 16 años que pasaron desde su debut con la sorprendente Japón. Es también, en la obra de este cineasta más bien frugal y de seguro perfeccionista, acaso la más personal (los protagonistas son él y su esposa, los niños son sus hijos), la más fuerte y, por envergadura, la más arriesgada. Y es una película fundamental para iluminar algunas zonas sombrías, precisamente, de nuestro tiempo.
Dirección: Carlos Reygadas.
Con: Carlos Reygadas, Natalia López, Phil Burgers, Yago Martínez, Eleazar Reygadas, Rut Reygadas, María Hagerman, Blanca Villamil, Ernesto Vásquez.
177 minutos. En centroartealameda.tv