El mundo se ajusta como puede a las condiciones que impone la pandemia y los medios de comunicación, también.
El Canal del Fútbol (CDF), que tradicionalmente apostó todas sus fichas a la exhibición del “producto estrella”: la transmisión de los partidos de la liga local; y que pocas veces ideó subproductos atractivos para mantener la atención de sus abonados (quizás los documentales con las historias de los clubes chilenos fueron la excepción), se tuvo que rediseñar durante este período y más allá de algunos actos fallidos, logró dar en el clavo con la retransmisión de partidos emblemáticos de la Roja.
Al principio, el CDF recurrió a su archivo para revivir partidos de la selección nacional con la llamada “generación dorada” de protagonista.
Pero como la cuarentena obligada fue alargándose y hubo que agregar más ingenio, se recurrió a YouTube para rearmar un nuevo y atractivo “chiche”: la actualización de las transmisiones de los partidos de Chile en el Mundial de 1962.
Un golpe pleno. No porque simplemente se pudiesen ver los partidos casi completos y con mínimas deficiencias técnicas (como está dicho: ya estaban en la red); sino que por el hecho de haber multiplicado de una sola vez el conocimiento futbolero, y por generar interesantes discusiones en torno a la verdadera capacidad física, futbolística y mental de la gran escuadra dirigida por Fernando Riera en Chile ‘62.
La percepción de mucha gente cambió. En especial en quienes no vivieron esa época. O por lo menos motivó a cierta mutación de opiniones.
Al ver los encuentros de Chile frente a Italia, Alemania Federal, Brasil y Yugoslavia, uno pudo darse cuenta de que el equipo nacional no estaba formado por jugadores fofos ni lentos, sino que por futbolistas de nivel atlético. Carlos Contreras, el zaguero central, se iba constantemente al ataque y después volvía sin problemas a conformar su dupla con Raúl Sánchez. Eladio Rojas era lo que hoy llamamos un “doble 6”: cortaba avances rivales, controlaba el balón y hacía un surco por el medio como un petrolero a velocidad crucero. Luis “Fifo” Eyzaguirre “agarraba la moto” y llegaba desde su posición de lateral hasta la línea de fondo rival. El gran Jaime Ramírez bajaba a defender y el entrañable “Nino” Landa se juntaba con Eladio antes de comenzar a “desparramar palitroques”.
¿Que eran defensivos? ¿Que Fernando Riera los instaba a permanecer en el rancho propio? Nada que ver. Se acabó ese mito. En todos los partidos del Mundial, en todos, incluidos en los dos que perdió, Chile fue protagonista. Pudo ser superado a ratos porque los rivales no eran cualquier cosa, pero siempre hubo momentos en que fue a conseguir mejor suerte arriesgando incluso su estabilidad defensiva. Con la manija de un galáctico Jorge Toro (sí, galáctico), la bella técnica e inteligencia de “Tito” Fouillioux, esa zurda “asesina” del gran Leonel Sánchez y la habilidad de Armando Tobar y de Mario Moreno, Chile arremetía, descolocaba, molestaba a defensores grandotes y buenos para meter la pierna.
Buena cosa hizo el CDF. Con letras luminosas nos recordó que el fútbol chileno no empezó con Marcelo Bielsa.