Un soleado día de junio de 1984, el artista —o escritor que dibuja— Saul Steinberg entró a almorzar con su esposa en un restorán neoyorquino, la ciudad donde trabajaba y tenían un departamento, aunque estaban casi siempre en su casa de Long Island, ya cercana a la costa abierta del Atlántico. Cuando salieron del local, nevaba. Se encontraron “en medio del lento y masivo decolorado”, mientras las tiendas comenzaban a encender sus luces. “Fue como un ensayo de eclipse”. El libro es un ensayo muy peculiar que contiene, según indica Alfonso Iommi, el autor, algunos episodios que “han sido expandidos ficticiamente”. La base del libro es la correspondencia entre Steinberg y su amigo Aldo Buzzi, que se prolongó por casi 50 años, más otros textos de o sobre el personaje protagónico. Un personaje hecho y derecho, puesto que el modo en que Iommi organiza el recorrido y selecciona aquello que ingresó al libro parece el intento de entender una vida, más que narrarla; y el hecho de situar el texto en el año en que Steinberg cumplió 70 años establece una mirada ya desde la extrañeza y —en el caso de Steinberg— la negación de la nostalgia. “El padecimiento de Steinberg, en realidad, era bastante habitual: llevaba vivo mucho tiempo” (y murió tiempo después, a los 92 años, de cáncer).
Esta exploración melancólica es también un doble recorrido; uno, por la obra de un creador asombroso por su manera de ejercitar el arte de la perplejidad en su obra, que se refleja, por ejemplo, en su mirada sobre Estados Unidos, sobre una cotidianidad que enfrenta el descentramiento de la mirada del migrante (el libro incluye, en sus páginas centrales, una muestra de las obras de Steinberg), del judío rumano que llegó a América, se quedó y que odia su país natal, pero que tampoco puede dejar de mirar sin ironía y distancia lo que lo rodea. El otro recorrido es más íntimo; el narrador —que no es otra cosa— que se adueña de la primera persona y muestra, en la urdimbre del relato, su persona, que sugiere hipótesis, explicaciones, juicios —ironías también— sobre el personaje que estudió de manera tan acuciosa. Esta segunda vertiente, aunque menos notoria, es la que le da mayor riqueza al texto y lo saca del eje de las clasificaciones genéricas. Iommi lo define como un ensayo, pero hay algo más: un trabajo de escritura personal que le da otras capas al libro y que convierte al narrador y al narrado en dos caras que no se solapan ni se enfrentan, y que mantienen el extraño diálogo entre el escritor que dibuja y el escritor que interroga ese modo de dibujar.
ALFONSO IOMMI
Catálogo Libros, Viña del Mar, 2019. 100 páginas.