En estos tiempo de ajuste apresurado, hay restaurantes sin experiencia en delivery que han tenido su cuota de aprendizaje forzado/exprés: platos que funcionan mal con el traslado, problemas de temperatura, de condensación, de montaje (y obligados a hacer el luto y olvidarlos no más). O sea, aprender que hay platos maravillosos que definitivamente no resisten el nomadismo. Hay otros restaurantes, en cambio, que ya tienen millas acumuladas en la materia. Y mientras uno insiste por apoyar al local amigo en su aprendizaje (lo que es loable), también se puede alternar con quienes ya tienen sus charreteras en la materia, como lo es Sakura Express.

Primero, lo primero: el arroz como debe ser y el roll bien armado. Esto, que debiera ser lo mínimo, muchas veces no lo es. Y lo otro: pese a que su carta es un reflejo de la mutación del gusto chileno en materia de sushi —mucha salsa agridulce, su buena fritura, variaciones del California—, también cumplen muy, pero muy bien con una orden de nueve nigiris perfectos ($9.900) —de salmón, atún y camarón—, con la bolita de arroz bien cubierta por la proteína marina, acompañado de un hosomaki de salmón y una sopa de miso en formato hágalo usted mismo (viene el envase de aluminio con la pasta de miso, el cebollín cortadito y el tofu, para agregarle agua).

De los rolls pedidos, hay un acápite para los vegetarianos de la casa. De allí, el Amai ($4.900), con camote, cebollín y palta, envuelto en palta (viene con salsa unagui: extra dulce), el Gurin ($5.700), con quínoa, pepino, palta y tomate, envuelto en palta y acompañado con… salsa de pesto (bueno, es la fusión no más), y el Keiki ($4.900), envuelto en quínoa y con cebolla y pimentón tempura, tofu y palta, bien resuelto en su vegetarianismo. Viene con salsa unagui.

Con algo de proteína animal, también impecables en su opción el Edu ($4.620), con salmón, palta y queso crema, envuelto en palta. Un clásico de la modernidad a la californiana. Y un reflejo de los gustos nacionales, el Felipe ($6.900), con pollo furai, queso crema y envuelto en panko. Acompañado con salsa teriyaki (bien dulce, pero menos que la unagui).

La verdad es que uno puede rabiar por la heterodoxia, pero si se opta por algo clásico, también se lucen. Cosa de uno no más, entonces.

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