En los momentos en que el trabajo hogareño forzado de la cuarentena parcial que llevo me lo permite, he leído cosas interesantes. Por ejemplo, el trabajo del infectólogo español Julián Cerón Madrigal, que por fortuna es fanático del fútbol y me ha explicado muchas cosas al nivel básico de un pelotero.
Por ejemplo, que “los virus necesitan una célula para reproducirse, pero no les sirve cualquier célula. Por ejemplo, existen virus que afectan solo a plantas, solo a bacterias, o a una sola especie animal. Los virus que afectan a algún mamífero pueden, con ayuda de mutaciones y del azar, infectar a otra especie de mamífero. Así, el coronavirus que ahora nos ocupa, el SARS-CoV-2, estaba compitiendo en su categoría de murciélagos hasta que dio la campanada en la federación China y pasó a la categoría de humanos. Algo así como elAlcorconazo, que fue el 4-0 del Alcorcón al Real Madrid en la Copa del Rey del 2009. El Alcorcón estaba en el grupo I de la liga murciélaga de segunda B cuando el Real Madrid se presentó en el Estadio de Santo Domingo de Alcorcón con Raúl, Benzema y Van Nistelrooy (Y Pellegrini en la banca), pero algo débil de defensas.
De modo similar, el coronavirus SARS-CoV-2 pasó de derrotar a células de murciélago a ganarle una batalla a células humanas, concretamente a las de los alvéolos pulmonares (pequeñas bolsitas donde el aire que inhalamos pasa a la sangre), que no estaban preparadas para defenderse”. Lo del Alcorconavirus no ocurre todos los días. Son accidentes puntuales, como el “Maracanazo” de Uruguay en 1950.
Otra cosa nos dice Cerón: “el coronavirus es un equipo potente y temible, pero nos regala una debilidad. Por encima de la envoltura de proteínas, el SARS-Cov-2 tiene otra de grasa (lipídica) y esto favorece que se vaya fácil con jabón (acuérdate de lo que pasa cuando friegas platos y sartenes, y pones una gota de detergente sobre el agua grasienta). Si a esto sumas que solo sobrevive unas horas sobre superficies en el exterior, desinfectando cosas y lavándonos las manos podemos asfixiarlo nosotros a él. Si te lavas las manos con jabón frecuentemente, le estás presionando arriba y no le dejas sacar el balón de su campo”.
Y, como buen futbolero, el infectólogo piensa en soluciones.“En el fútbol estamos acostumbrados al llamado virus FIFA. Los jugadores se van a jugar con sus selecciones y vuelven despistados, cansados, lesionados o con alguna fiesta clandestina en el cuerpo. Ese virus FIFA dura una jornada o dos, debilitando a los equipos grandes y haciéndolos más asequibles para los equipos pequeños. Pero el coronavirus no es un virus FIFA. Ha llegado para quedarse más tiempo. Posiblemente tardaremos años en controlarlo y normalizarlo, como el coronavirus que pudo causar la parálisis del Barcelona dos años seguidos en los cuartos de la Champions, en Roma y en Liverpool. Son virus que no pasan rápido. (O como el de la U en los últimos años. O el de la selección tras la Confederaciones, agrego yo). Este coronavirus va a durar más de la cuenta porque aún no tenemos soluciones en nuestro organismo ni en las farmacias. Lo normal es que para la próxima temporada ya existan tres cosas importantes para luchar contra el coronavirus por estas vías: el sistema inmunitario de los afectados, las vacunas, y los fármacos”.
Cerón es un crack que escribe libros que se llaman “Raticos de fútbol”. Se los recomiendo. Sobre todo ahora que lucha por contender la pandemia y, como nosotros, añora volver a las canchas.