Dirigida por Liz Garbus con pulso de thriller, “Chicas perdidas” es una película que traslada a la pantalla un doloroso caso policial ocurrido cerca de un elegante condominio de Long Island en 2010. Los hechos son recogidos por el libro del mismo nombre escrito por Robert Kolker.
La película, que tuvo su preestreno en Sundance 2020, es a la vez un drama social, que se concentra en la desarticulada familia que intenta mantener una sobreexigida madre sola, Mari Gilbert (Amy Ryan). Shannan, su hija mayor, vive hace tiempo de manera independiente, pero está en contacto con su madre —que suele pedirle apoyo económico— y sus hermanas: Sherre (Thomasin McKenzie), una adolescente dulce y despierta, y Sarra, una niña con ciertos trastornos psiquiátricos.
Por eso, cuando Shannan no llega a cenar como había prometido, Mari, una mujer de temple de acero, esconde su amargura y sigue con su vida. Sherre llama insistentemente a su hermana a su celular sin resultados y cuando el novio de Shannan la contacta para preguntarle por ella, la familia se empieza a preocupar.
Lo que sigue es el exasperante e injusto calvario de Mari por superar la indolencia de la policía.
Una mera casualidad hace que se descubran osamentas en la Costa Sur de Long Island, que datan de 2007, correspondientes a chicas que habían desaparecido y nadie había tomado en cuenta. Tal como a Shannan: mujeres invisibles, sin importancia, que ejercían la prostitución para clientes de alto nivel. El comisario Richard Dommer, a cargo del caso (Gabriel Byrne), es advertido de que no levante mucha polvareda (“ojo que te puedes ir de retiro antes”). Pero eso es exactamente lo que Mari no está dispuesta a aceptar.
Ella y el grupo de mujeres sobrevivientes de las antiguas víctimas consiguen convertir esta historia oculta en noticia nacional y, con ello, algo de investigación. Aunque choquen con la arrogancia y la prepotencia de quienes se saben intocables.
En este tránsito Mari deberá enfrentar verdades familiares que ella misma no ha querido develar y que su hija Sherre, desgarrada, termina por enrostrarle.
Liz Garbus, directora de ese sensible y entrañable documental “What happened, Miss Simone?”, pone el dedo en la llaga precisa. Y acierta en reunir en su elenco no solo a estrellas ascendentes como Thomasin McKensie (“Leave no trace”, “Jojo Rabbit”) o consagradas como G. Byrne, sino que también de la potencia que demuestra Amy Ryan, más la clave intervención de cada uno de los secundarios, perfectamente elegidos para entregar el panorama social que se esconde tras el thriller.
(En Netflix).