Basta ya de asociar los actos vandálicos de las barras bravas con las demandas sociales. Eso no es posible porque detrás de la violencia irracional no hay ningún petitorio específico que nos haga diferenciar este comportamiento con el tradicional protagonismo prepotente y sangrientamente de estos grupos.
Basta ya de eludir las responsabilidades de las sociedades anónimas, responsables por años y años de evadir las acciones que habrían permitido limitar y contener el problema, que hoy es de difícil solución.
Basta ya de la zona gris que impuso este directorio para las sanciones a los desmanes. No sabemos qué pasará con el resultado, con las sanciones, con los culpables sencillamente porque no se actuó en los incidentes previos, sobre todo de Coquimbo, San Carlos y el Nacional. No hay políticas claras y eso ayuda al caos, la violencia y la destrucción.
Basta ya de lamentos. Y de discursos. Basta de dirigentes que buscan llevar agua a sus propios molinos. Basta de impunidad. Basta de inoperancia, que no es capaz de detener, identificar y sancionar a los instigadores. Basta de complicidad parlamentaria, basta de sanciones ridículas.
Basta, de una vez por todas, de instrumentalizar el fútbol, porque está a punto de dejar de respirar.