Aquello de “segundas partes nunca fueron buenas” tiene gloriosas excepciones. Una de estas es “Punta Natural”, bistró ubicado en el cerro Tacna de Maitencillo, al lado del lugar de despegue y de aterrizaje (con suerte) de los adictos al parapente. Porque, según nos enteramos, cambió de manos hace no mucho. Ya conocíamos la buena cocina de la primera parte, y llegamos deseando que la de la segunda fuera igualmente buena. Y es derechamente mejor, conducida por la experta mano de Felipe Carlesi, chef regional con vasta experiencia en el extranjero. Gran dominio de técnicas, de armonías, de gusto fino y atinado. Y, además, buen servicio, muy buen bar. Carta de vinos, breve pero bien escogida, buenos precios.
Partimos con un crudo ($9.900) de gran tamaño, rodeado de todos los aditamentos para que el comensal pueda aliñarlos a su gusto. Empleados todos ellos en la tarea, el resultado fue un plato delicioso, escoltado por buenas tostadas triangulares de pan de molde sin corteza. O sea, como se debe.
Los “arancini” ($7.900) son los archifamosos “supplì al telefono”, corrientes en muchas partes de Italia: bolitas de risotto rellenas con queso mozzarella, apanadas y fritas. Estas venían acompañadas con un potecito de muy buena salsa de tomates natural. Fritura dorada, bien seca, impecable.
Los dos platos que siguieron fueron igualmente buenos. Los “spaghetti frutti di mare” ($12.900) resultaron verdaderamente excepcionales por la salsa, con base en una excelente “bisque”, que incorporaba una variedad de mariscos frescos (camarones, choritos con su concha, etc.). Como en Chile se ama la pasta recocida, los spaghetti venían un mero punto más allá de “al dente”, lo que si bien nos llamó la atención, no nos impidió el disfrute: un bistró tiene que ofrecer platos vendibles o se encamina a la ruina. ¡Cómo enseñar a esos chilenos duros de mollera que la pasta recocida es pasta difunta, y que hay que cocerla dejándola resistente al diente, como se acostumbra en Italia! Pedimos al final una cuchara para no desperdiciar ni una gota de esa “bisque” estupenda. Gran plato, aromático, delicioso.
Y aunque somos enemigos de los pescados servidos con mermelada, el atún con puré de papas y zapallo ($13.500) fue un verdadero acierto, de esos que hacen cierto lo de “la excepción confirma la regla”: nuestro atún llegó sellado y rojo por dentro (comme il faut), cubierto con arándanos en reducción de carménère. O sea, un plato peligroso, en que el menor vaivén causa la caída en el “pescado con mermelada”: pero el chef sorteó aquí el peligro con segura mano: la armonía del plato fue perfecta, y lo agridulce de la salsa fue balanceado por el estupendo puré. Pocas veces hemos disfrutado tanto de esta forma de cocinar el pescado.
Dos postres sin tacha: una panna cotta con frutos rojos ($3.200), y un “cremoso” de “gianduja” ($3.900), reminiscente de Turín. Un lugar sobresaliente.
Av. Vista Hermosa 619, Cerro Tacna, Maitencillo. 322770066.