El primer día del Congreso Futuro, multitud de jóvenes; luego, llegaron adultos, algunos con sus niños y niñas. Aire acondicionado.
El Teatro Oriente sienta a 700 personas, 250 más que el Salón de Honor del ex Congreso.
“Recién me vengo a enterar de esto”, me dijo mi vecina de asiento el día final. Le expliqué que podía ver las charlas anteriores en congresofuturo.cl.
Un joven, Max, de unos 15 años, me contó que su papá, amigo del senador Girardi, le recomendó a Jeanette von Wolffersdorff. La escuchó, le encantó y se fue corriendo al dentista.
La pulsera de Pilar, mamá del expositor Cristóbal Cobo, le permitía entrar y salir todo el día. Advirtió a una señora de la tercera edad triste por carecer de pase para la jornada de la tarde: le regaló la suya. Felices.
Patricio Meller, profesor de ingeniería industrial de la U de Chile, siguió con atención los gráficos del matemático Marcus Pivato, proponiendo nuevos sistemas para computar votos. (En su facultad hubo el viernes un curso sobre el tema). Meller, alto y de pelo blanco, luce una risa fácil.
Conversar con la desconocida compañera de asiento resultaba fácil. Un par de expositores contribuyeron, llamando a la fraternidad.
Desesperaba ver a los expositores luchando con el control remoto: no les obedecía. La ingeniera en diseño de sistemas, Wendy Chun, nos sedujo en su lucha con el control. Cada vez que se atascaba, cantaba una nota baja de suspenso y hacía gestos mágicos. Todos reíamos, cantó mucho.
Saludé a unos jóvenes extranjeros cuando se sentaron a mi lado: él me respondió; ella no me dio bola.
Subí al sector privado para expositores, lo descubrí tarde, ¡había bocaditos, jugo, café! Felicité en inglés a Anthony Crayling y él, como la chica anterior, siguió su camino.
Daba gusto el público. “Tan raro el público”, me dijo un amigo que seguía el Congreso por televisión. Venían de otras redes que él no conocía. Tendemos a hablar solo con quienes se nos parecen. Aquí había de todo.
El senador Guido Girardi me preguntó qué me había parecido el Congreso, “mejor que el de 2019”, le dije. Me explicó que habían procurado un evento cercano y contingente. Él transmite urgencia.
Me faltó una sesión para niños, habría llevado a mis nietos.
Jóvenes seleccionados como ujieres voluntarios guiaban al público, eran 60, algunos de regiones. Conocí en una reunión a Joaquín Paredes, Tote Contreras, Antonio Osorio, Vicente Jaramillo, Sarah Everke. “Ideas para un nuevo mundo” decían sus poleras, el lema del Congreso.
El historiador Ítalo Fuentes, de la U de Chile, en el foro final, “Trascender”, sacó a luz a Carlo Ginzburg, autor del libro “El queso y los gusanos”, que tiene un protagonista, un molinero, humilde en la Edad Media, condenado por la Inquisición.
El historiador Ginzburg, que ha venido a “Puerto de Ideas” en Valparaíso y Antofagasta, renuncia a la historia oficial; penetra en las pequeñas historias. Las historias de las personas que, juntas, construyen la realidad.
Todos importamos.