Soñar con navidades blancas es algo que pueden hacer en el hemisferio norte donde, por lo demás, no tienen más remedio que resignarse a ellas. Treinta grados bajo cero, bigotes y narices congelados, largos cortes de luz (y pavos en el refrigerador…), atroz congestión vehicular. No crea Usía que todo es romanticismo bajo la nieve.
Nunca nos cansaremos de arremeter contra esos viejos pascueros más falsos que Judas que se dedican, con fruición de pederastas, a sentar niñitos sobre sus rodillas. En cierto “
mall” usaban, hace algún tiempo, una máquina que dejaba caer copos de algo semejante a la nieve, pero jabonoso, que tenía sobre el suelo una vejez rápida y feísima. Afuera había 34 grados de calor. Adentro, los enanos forrados en pieles, sudando la gota gorda, apilaban esta nieve falsa con gesto avinagrado.
Nos ha tocado pasar algunas navidades en el Paraguay, con unos calores y unas humedades tremendas. Se guarece uno en las casas durante el día, y sale a tomar aire a la noche. Y es un aire navideño lleno del aroma suave pero penetrante de la flor de coco y del resedá.
¡Oh esas noches asuncenas, conversadas en torno a un asado, entre los naranjos en flor, refrescadas por buena cerveza nueva, bien heladita, que corre como un aluvión! ¡La morcilla paraguaya, bien armadita y sólida, para esperar el asado! ¡El dulce de mamón con helado de crema, para seguirlo! ¡Y el café con un trozo de “pan dulce”, como llaman allá al pan de pascua!
La cocina del Paraguay nos resulta, a los chilenos, verdaderamente entrañable, porque pertenece a nuestra misma zona culinaria sudamericana: se emplean abundantemente los choclos y porotos (con igual nombre), aunque los ajíes casi no se ven (Paraguay es uno de los pocos países calurosos en que la gente, sensatamente, no aprecia lo picante), los sabores son armónicos, sin estridencias. Tomaremos prestado a doña Margarita Fretes, como ejemplo de ello, el siguiente plato, que nos parece estupendo.
Lomito con cerezasAmarre bien un lomo liso entero de vacuno, para darle bonita forma. Prepare una marinada con 1 botella de vino tinto, 3 cebollas cortadas a la pluma y 1 cda sopera de jengibre fresco picado. Marine ahí el lomo 10 horas. Retírelo y séquelo bien. Caliente aceite en una olla y dore ahí 100 gr de panceta picada, retirándola luego. Ahí mismo dore el lomo, y cuando esté listo, agregue la marinada, baje el fuego, vuelva la panceta a la olla y cocine hasta que el lomo esté blando y la marinada se haya reducido a más o menos 1 taza. Agregue entonces 200 gr de cerezas o guindas, sin palito ni hueso, y hierva 3 minutos más. Añada 125 gr de crema espesa, sin permitir que hierva. Retire el lomo, cuele la salsa, vuelva a ella las cerezas y viértala sobre la carne. Acompañe con arroz o papas fritas.