Esta vez, el manido mensaje político partidista —el “correcto”, se entiende— queda ampliamente superado por el atractivo estético de las formas. Es lo que sucede en Galería Patricia Ready con lo expuesto por Patrick Hamilton. Ofrece ahí el artista un conjunto de obras, donde se amalgaman géneros distintos: pintura, objetos, fotografías y collages con portadas de publicaciones. Eso, siempre a través de la concurrencia de pares de conceptos entre sí contradictorios. Para empezar, destaquemos el completamente negro grupo pictórico con representaciones de ladrillos, dispuestos como muro férreo o como parquet. Sin embargo, estos protagonistas inocentes se hallan cubiertos por entero con la aspereza del papel de lija, obteniendo un efecto visual y táctil inquietante. La unificación, pues, de concurrentes contrapuestos. En relación a los trabajos que vienen después, cabe considerarlos un emblema mucho menos reconocible de aquella esencia conceptual que dinamiza la exposición.
A continuación, dentro de la también negrura de cuatro vulgares tiestos de plástico se transparentan las fotografías en color de imponentes rascacielos, productos presuntos de nuestro sistema capitalista. Acaso más complejas e importantes como ejecución resultan dos mesas negras. Sirven de escenario a seis fotografías con imágenes de prensa con prohombres de hace casi 50 años y el texto de sus discursos; se combinan tanto el rojo como el no color. Sobre uno de estos plintos planos alzan su volumen ladrillos volumétricos, constituyendo bloques uniformes con reminiscencia de viviendas sociales. En otro, sujeto también a la misma pigmentación anterior, se reitera el instrumento típico de los maestros estucadores. De nuevo se enfrentan, entonces, símbolos del trabajo manual y del capitalismo teórico.
Por intermedio de un procedimiento parecido al recién anotado, aunque ahora colgantes, cuatro grandes fotos recogen collages que reúnen guantes de obrero pendientes de un enrejado de cáñamo junto a portadas de libros y retratos periodísticos de ideólogos internacionales y economistas chilenos del actual sistema imperante. Compuestos impecablemente, ostentan una vitalidad visual en la que rojo y negro vuelven a imponer su sello particular.
La Sala Gráfica de la misma galería nos ofrece dibujos y pinturas de Christiane Pooley, radicada en París. Trabaja dos temáticas principales. De ese modo, grafito y acuarela definen cinco estampas, cuyos personajes resultan despojos arbóreos que, asimismo, se traspasan a un par de pinturas. Se añade a ellas otra que muestra figuras humanas, donde se pierde intensidad visual. No obstante, la verdadera médula de la exhibición la encontramos en las escenas de interiores. Bien pintadas, enfocan habitaciones que oscilan entre un baño y una especie de escritorio u oficina en desorden, acaso resultado de una inesperada acción destructiva. Si en algunas solo el logrado cambio de iluminación las diferencia, una incluye la interesante sombra sutil de un árbol exterior.
Propósitos ecológicos parecen nutrir fundamentalmente la obra actual de Guadalupe Valdés, que nos propone en Casas de Lo Matta. Emprende la tarea por intermedio de óleos sobre tela y de variados objetos. Estos últimos constituyen lo que nos parece más valioso del conjunto. Se trata de desechos de maderas, viejos o envejecidos, provenientes de embarcaciones, de restos de mobiliario y de ornato arquitectónico rescatados ya de tierra firme, ya flotantes por mucho tiempo en el agua. Tampoco faltan algunos que son leño natural puro. La mayor parte de los sobrevivientes utilitarios mantienen, eso sí, residuos de colores muy vibrantes, cogidos en terreno o quizá intervenidos por la propia artista. Los mismos actores pasan a convertirse, asimismo, en novedosas impresiones fotográficas sobre papel, algunas portando anotaciones manuscritas y dibujos. De esta clase destaquemos la poesía visual de Chiloé y Zürich, en formatos mayor y menor.
En lo que a paisajes al óleo se trata, se muestran visiones de la naturaleza virgen sureña. En ellas, la densidad del tratamiento del pigmento sobre el lienzo termina por afectar la claridad y finura que la composición general requiere. Mejor resuelto aparece “Caminar la tierra y andar la cordillera” y su trozo de leño acompañante.
El ladrillo
Un genuino personaje de Patrick Hamilton como símbolo de lucha de clases
La primera piedra
En especial, los interiores alterados de Christiane Pooley
Lugar: Galería Patricia Ready
Fecha: hasta el 24 de enero
Infinita vitalidad de la materia
Guadalupe Valdés y su rescate de objetos de madera y colorido vibrante
Lugar: Casas de Lo Matta
Fecha: hasta el 19 de enero