El director ganador del Oscar Tom Hooper (“El discurso del rey”, 2010) decidió jugar con la tecnología y adaptar el exitosísimo musical de Andrew Lloyd Webber, transformando a su poblado elenco en unas creaciones digitales híbridas que conservan los rostros y movimientos de los actores, pero agregan pelaje, colas y orejas de gato. El resultado es algo que debe verse para creerse, en un despliegue nunca antes visto de color, desparpajo visual y mal gusto que no dejará contentos ni a los fanáticos del musical ni del cine ni de los gatos en general. El desastre del año cuenta la “historia” de Victoria, una gata abandonada a su suerte en un callejón, justo en la noche más importante de la tribu felina que ahí habita, pues se escogerá al gato digno de pasar a una nueva “existencia”. Una excusa para el interminable desfile de canciones y presentación de personajes que buscan hacerse con el honor del triunfo, sin jerarquizar ninguno por sobre otro, con un humor que no funciona y una monotonía sonora y visual tan desconcertante que tiene a todos los críticos del mundo regocijándose por ver quién escribe la reseña más despiadada de todas. Y aunque puede que esta “Cats” sea una propuesta única que por lo menos intenta hacer algo jamás antes visto, lo cierto es que la experiencia es una prueba de resistencia que deja nulo espacio para piropo alguno y que destroza en muy pocos minutos cualquier optimismo en el espectador. Como para recomendársela a los enemigos.
EE.UU., Reino Unido, 2019. 110 min. TE. En cines