Seguí el encuentro de Ray Kurzweil y Peter Diamandis en Palo Alto, California.
Ray Kurzweil (72) es el director de ingeniería de Google. Diamandis fundó la innovadora universidad Singularity. https://bit.ly/2M9VAW4
Kurzweil —músico, historiador de la computación, futurólogo—, desde Google, atisba.
Primero, explica qué son las redes neuronales: sistemas computacionales capaces de fallar y aprender de sus fallas. De ahí surge la inteligencia artificial.
Kurzweil confía en la inteligencia artificial; el mundo en las últimas dos décadas ha mejorado su bienestar en un 50% gracias a la tecnología, aunque en las encuestas, la mayoría no lo aprecie, dice. Y los problemas éticos terminan siendo regulados por la ley, afirma, como ocurre con la genética.
Hace un mes, predijo que los radiólogos quedarían cesantes y, en dos semanas, una red neuronal de 121 capas diagnosticó radiografías mejor que cualquier experto. La inteligencia artificial se aplica a todo lo que tenga reglas de funcionamiento.
Pensé en lo oportuno de tantos programas de ministerios, colegios, universidades, institutos, bibliotecas, fundaciones, ONG, que promueven en Chile la alfabetización digital. La necesitaremos en el mundo que viene.
Falta aún para que la inteligencia artificial nos reemplace.
Está la barrera de nuestro lenguaje, lleno de implicancias y significados. Miro a Kurzweil y usa bisoñé. ¿Cómo influye eso en sus dichos? ¿Le importaría a un computador?
Él propuso interrogar a un computador que ha leído 120 mil libros, o sea, 500 millones de oraciones. Preguntarle “¿cuál es el valor de la música?”, y el computador contestará, en un segundo, con las cinco oraciones que mejor responden a la pregunta.
Jimmy Brown, el fallecido creador de la Radio Andrés Bello, en 1987, respondería desde el alma. Ninguna respuesta sería mejor que la suya, apasionado por un arte que no consiste solo en armonías matemáticas.
En 1999, Kurzweil predijo que la inteligencia artificial alcanzará a la humana en 2029. Pasará, cumpliendo estrictas reglas, el test de Turing, esto es, un observador encerrado en una pieza distinguirá si quien le responde desde otro lugar es una máquina o un ser humano.
Hay cosas que la inteligencia artificial no consigue realizar aún, pero lo que hace, lo consigue a una velocidad fantástica. “No compondrá grandes sinfonías hasta mediados de 2030”, dice Kurzweil.
Predijo que la alianza humano-computador resultará cuando nuestro cerebro se conecte, sin cirugías, a la nube donde reside la inteligencia sintética.
Mientras, él quisiera embarcarse en crear simuladores biotecnológicos que abrevien el diseño de medicamentos.
Pregunté cómo la inteligencia artificial afectará la guerra; no eligieron mi pregunta.
El pensamiento será tanto biológico como no biológico, y nos comunicaremos mil millones de veces más rápido, dice Kurzweil. Y eso solucionará muchos problemas.
Pero no hay como recibir un regalo de Navidad de alguien querido. De alguien, no de algo.