El fenómeno de la catarsis colectiva que ha ocurrido en estos días en el país es un comportamiento explicable dentro de la psicología, tanto desde lo individual como lo colectivo. En la vida de cada persona, todos nos callamos, guardamos y escondemos vivencias humillantes y traumáticas, ya sea por miedo a perder el respeto, temor o pudor. Lo mismo sucede en el ámbito colectivo, pero se rompen las barreras con más facilidad, ya que no estamos solos. Cuando hay otras y otros que confirman lo que siento, hacen surgir todo lo guardado y nos permite usar ese ímpetu de comunicar nuestras experiencias comunes, porque nos sentimos acompañados, menos solos.
Si miramos las formas en que nos estamos expresando, descubrimos que en la actualidad el “atreverse a hablar” y dar cuenta de los descontentos, ha venido de la mano de las redes sociales. Si en el pasado existía cierta autocensura a poner sobre la mesa temas complejos con nombre y apellido, después de este tiempo también la comunicación individual ha cambiado y parece haber permiso para compartir algo propio con el desconocido; se abrió una puerta para contar historias dolorosas y honestas que habíamos silenciado.
Quiero insistir que el fenómeno que estoy analizando es el de la hermandad que existe entre los que se unen por una causa, sin entrar en el detalle de los contenidos de este movimiento femenino. Esto se puede extrapolar a muchos ámbitos de la vida, desde el abuso hasta el maltrato laboral e injusticias de la salud pública. Como si cada chileno necesitara compartir sus experiencias, porque lo que se hace público tiene una realidad distinta de lo que permanece escondido y silenciado. Lo que guardamos siempre permanece en la oscuridad, y lo que expresamos se llena de luz. Es un proceso sanador para el individuo y la sociedad.
Hemos tenido también miedo de las expresiones individuales y masivas, porque nos asusta ver el dolor y la rabia ajena, pero a la larga esto va a ser como una lluvia sanadora, limpiadora, en un cielo contaminado. No temamos escuchar (y leer) lo que pasa, no temamos constatar la rabia que a veces aflora de manera tan irracional. Los seres humanos estamos compuestos de múltiples sentires y es posible que este impulso sea el resultado de una sociedad que busca crecer en humanidad y esperanza. Cuando comparto lo que siento, me hermano con quienes me escuchan, y este acto será siempre sanador.