Por años, las imágenes creadas a través de los relatos y ejemplos un tanto míticos, indicaban que Universidad Católica estaba ligada a una sola filosofía futbolística: aquella que ponía como centro el buen trato del balón.
Nadie, ni siquiera quienes levantaban esa bandera, podían explicar exactamente qué significaba eso (la pelota siempre se intenta administrar de la mejor forma); pero de alguna manera se llegó a cierta conclusión y que aquella máxima no era más que la propuesta impuesta por el DT Fernando Riera, un símbolo cruzado, quien abogaba siempre por la tenencia de la pelota como factor clave para imponerse a los rivales. Así, Chile y la UC, en la década de los 60, brillaron y se establecieron como modelos.
Con los años, y como no había mucho espacio para la reflexión y discusión técnica seria, ese concepto enaltecido se fue desgastando hasta transformarse casi en una maldición. Con la llegada de Mirko Jozic a Chile y la gran “revolución” planteada por el DT croata en Colo Colo a principios de los 90, el “Rierismo” no solo perdió trascendencia, sino que derechamente fue cuestionado y hasta demonizado. Aquel fútbol galano se convirtió en sinónimo de mantención eterna e ineficaz de la pelota, por los que los discípulos más aventajados de Riera: Arturo Salah y Fernando Carvallo, fueron sindicados como guardianes trasnochados de un fútbol anquilosado y atentatorio con el juego ofensivo.
Pero claro, el tiempo terminó por poner las cosas en su lugar. El fútbol de posición, la apuesta de Barcelona, bendecido por Cruyff y diseminado con éxito por Guardiola, hizo que la tenencia volviese a tener relevancia, incluso desde el punto de vista estético.
Y en la Católica, claro, nuevamente se sacó del baúl el concepto que alguna vez enarboló con orgullo.
Pero en los últimos años, la UC comprendió algo que ha roto sus propias ataduras: que más allá de modelos que perfilen sellos, lo importante es lograr una cultura ganadora.
De esa forma, los cruzados consiguieron con propuestas diversas sus títulos de los últimos años. Los entrenadores Mario Salas, Beñat San José y Gustavo Quinteros no se amarraron a convicciones creadas por la historia y cada uno les imprimió a sus escuadras campeonas sus particulares visiones técnicas, sin que por ello fueran acusados de atentar contra el espíritu institucional.
Por ello es que ahora suena hasta ignorante verse sorprendidos por la contratación del argentino Ariel Holan como nuevo DT de la UC. Se dice que el ex entrenador de Independiente tiene “un fútbol distinto” al de la Católica. Que su ADN no estaría en línea con el que está adherido a la piel de los cruzados.
Irrelevante conclusión.
Primero, porque si uno se rige por la praxis y no solamente por los eslóganes, debería saber que Holan sí tiene entre sus conceptos tanto la tenencia de la pelota como el equilibrio defensivo.
Y, segundo, porque los bicampeonatos cruzados reafirman que los modelos solo sirven como elementos de explicación pero que nunca son verdades irrefutables. Se gana de distintas maneras. Es hora de que eso quede claro.