Este fin de semana retorna el campeonato. Será, se nos dice, “un nuevo campeonato”. Corto, de apenas seis fechas. Agreguemos que tendrá la carga emocional y física de lo vivido en los más de treinta días de para. De lo primero se encargarán los propios jugadores y sus técnicos; de lo segundo, los preparadores físicos. ¿Será superable el receso para todos o veremos un retorno lento, menos agresivo que en las fechas anteriores? ¿Cómo será el regreso del público? ¿Numeroso, escaso —alterado por las barras bravas (quizás cansadas después de tanto saquear)— o calmado? Todo está por verse en este episodio inédito.
Pero no ha sido la interrupción más larga del torneo profesional. Hoy hablamos de 36 días sin fútbol y en 1973 fueron 76. Esto debido a la notable campaña de la selección chilena en su camino hacia el Mundial de Alemania 74, a la gran jornada de Colo Colo en la Copa Libertadores y a un golpe de Estado, como usted bien sabe, que a su vez produjo un receso de los derechos ciudadanos durante varios campeonatos, como usted también sabe. Fue aquel un torneo tremendamente desordenado y la revista Estadio reclamaba que debía haber mayor previsión y hacer a comienzos de año una programación que se respetara a carta cabal hasta la última fecha. Eso, aquel año, solo se pudo cumplir en la medida de lo posible, igual que ahora, aunque todos esperamos que con distinto resultado.
No sabemos cómo serán las fechas faltantes que ahora se empezarán a jugar. Tampoco sabemos si se van a jugar todas. Nadie sabe. Y nadie sabe porque nadie puede garantizar si las semanas que vienen serán distintas a las anteriores en relación al clima social. La mayoría quedamos tranquilos luego de la aprobación de la propuesta de hacer una nueva Constitución, que parecía inalcanzable al comienzo de la protesta. Sin embargo, los acordantes han sido duramente criticados por personas de sus propios sectores. Y hoy la Plaza Baquedano sigue reservada a los manifestantes, las barricadas forman parte del paisaje ciudadano y los incendios no paran, contagiando a los bosques.
En cualquier momento los futbolistas, muy impresionables como todos sabemos, pueden decidir solidarizar con algún nuevo movimiento, ya no con la movilización original por justas demandas. ¿Cómo saberlo? Los jugadores profesionales han dado muestras de gran solidaridad en sus declaraciones, aunque no con sus bolsillos, al igual que los políticos.
Lo que sí ya terminó es el año de la selección nacional. El suyo es un balance al debe para los aficionados, que llaman al fin de la era Rueda y claman por Mourinho, Klopp o Bielsa. Pero, como bien sabemos, hay que dejar al colombiano al frente de un proceso que ya tiene bastante recorrido y no empezar todo de nuevo.