Ya que estamos en esto, ¿por qué no debatimos sobre las verdades evidentes que afectan a nuestro fútbol y que la élite, las autoridades, los que gobiernan se resisten a abordar?
Si hablamos del sistema, por ejemplo, ¿no va siendo hora de que los mismos dueños de los clubes se den cuenta de que es urgente y necesario acoger la voz de los hinchas, de los antiguos socios, de los que hacen de verdad a las instituciones? Cuando comenzó a gestarse la ley que permitió las sociedades anónimas deportivas ese espacio estaba garantizado, pero se diluyó en el trámite parlamentario hasta desaparecer por completo. ¿No va siendo hora de cambiar esa ley canalizando la opinión de la hinchada? Opciones, de verdad, hay muchas. Salvo el desprecio con que el tema se ha tratado en el Consejo y el Congreso.
Si requerimos de acciones concretas, ¿no llegó el momento de que la directiva de la ANFP se complete? Su elección fue tan reñida y al límite que no podemos olvidar que el Consejo está profundamente dividido, y mantener sillones vacíos es tan inexplicable como sospechoso. Un gesto sería acoger a algunos de los muchos directivos que estuvieron en el bando opositor para tener, adentro, una vez disidente en un sistema que —todos sabemos— es abiertamente presidencialista.
Se requiere transparencia, abrir las puertas de la Asamblea, conocer las razones por las cuales se toman decisiones que afectan principalmente a quienes pagan su entrada. Y ni hablar de la indolencia para hacer justicia desde los que saquearon sin pudor ni vergüenza a los clubes hasta al que huyó a entregarse al FBI pero que en su propio país no han recibido sanción alguna. Si el debate sigue siendo secreto es porque algo temen, o porque desde el secretismo las ideas más peligrosas pueden ser acogidas sin reproche alguno.
Si vamos a pensar en el futuro, que no tengamos seleccionador Sub 20 es incomprensible. Y más aún que la sospecha caiga persistentemente sobre el trabajo de los juveniles, coaptado por empresarios que solo quieren provecho personal. La urgente separación entre los procesos formativos y el negocio será la única manera en que podamos nuevamente poner en marcha la renovación del fútbol chileno, que produjo su última gran generación hace más de una década, cuando el sistema era otro.
Pensar a largo plazo para una industria privilegiada —que renovó gran parte de su infraestructura gracias al apoyo estatal— sigue siendo una utopía. En el período de mayores ingresos, la Federación ha sido incapaz de gestar un nuevo centro de entrenamientos para las selecciones chilenas. No hay ni proyecto ni maqueta, sino solo promesas vagas para un anhelo que los otros países, con menos logros y ganancias, ya materializaron hace rato.
Y si hablamos de empatía, ¿no va siendo hora de que Reinaldo Rueda haga acto de presencia de manera permanente para explicar su plan más allá de esas conferencias de prensa en el extranjero cada vez más lejanas, depresivas e incoherentes? Si de verdad tiene ganas y energía, ¿no sería razonable gastar un poco de su mucho tiempo disponible en acercar su discurso al hincha, dejando de invocar a los periodistas para que hagan su trabajo? Ya es mucha paciencia leer a los referentes pidiendo paz y diálogo para el país, en circunstancias que llevan dos años haciendo ostentación de su guerra interna. Eso, eso ya no prendió.