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Cartas
Domingo 20 de octubre de 2019
Cuando se juega con fuego
Señor Director:
No puede haber condescendencia con quienes han elegido el vandalismo y el fomento del caos como método de acción política. Se trata de un ataque directo a las bases de nuestra convivencia, frente al cual ha sido obscenamente visible la simpatía de los sectores del abigarrado mundo de la izquierda, presentes hoy en el Parlamento, a los que no les importa que cundan el desorden y la inestabilidad con tal de golpear al Gobierno. Como si prepararan una sublevación, hablan irresponsablemente de “desobediencia civil”, lo que implica avalar cualquier desvarío. Solo falta que proclamen el derecho a usar “todas las formas de lucha”.
Tales sectores creen, equivocadamente, que pueden jugar con fuego sin riesgo de quemarse. Sacan cuentas de las posibles ganancias partidistas que pueden aportarles los grupos de la izquierda negra, los encapuchados que llaman a la “guerra social” y cuyo credo es la molotov. Hasta expresan una posición ambivalente respecto de la irrupción de los elementos del lumpen, siempre listos para demostrar su sensibilidad social mediante el saqueo.
Es cierto que el alza del pasaje del metro provocó justificada irritación en la gente que trabaja, y corresponde que su reclamo sea atendido. Pero esa gente no sale de su casa a destruir las estaciones del metro ni a quemar buses. Quienes lo hacen están movidos por rabias turbias, ideológicas en el peor sentido, y además tienen experiencia como militantes de la provocación antisocial. De esas manifestaciones, falsamente justicieras, los chilenos solo podemos esperar calamidades.
Tenemos que explicar a los jóvenes que no conocieron la dictadura, entre quienes desgraciadamente ha ganado terreno el incivismo —ahí está el Instituto Nacional para ilustrarlo—, que la posibilidad de reducir las injusticias depende de que vivamos en condiciones de libertad, y que ello supone derechos, pero también deberes. Contribuiría a ello que los conductores de los canales de TV no solo buscaran estremecer a la audiencia en momentos de tensión como los del viernes 18, sino que ayudaran a sostener la racionalidad y el interés colectivo.
Chile no puede ceder ante los violentos ni ante los oportunistas que les dan cobertura. Ha costado mucho reconstruir la democracia y crear mejores condiciones de vida que las de hace 30 años para la mayoría. Precisamente por eso, el Gobierno tiene que defender a brazo partido la estabilidad y la gobernabilidad. El Presidente debe ejercer sus atribuciones constitucionales con sensatez, pero también con firmeza. Además, tanto los partidos de gobierno como los de oposición tienen la obligación moral de sopesar lo que está en juego: la posibilidad de reforzar el diálogo democrático para mejorar las cosas, o aceptar, por acción u omisión, que los frenéticos debiliten el orden legal que nos protege a todos.
La democracia tiene derecho a defenderse. Será mejor si lo hace sin recurrir a instrumentos como el estado de emergencia, pero si las necesidades lo exigen, las autoridades tienen que cumplir con su deber. Estamos a tiempo de prevenir males mayores, pero ello exige actuar con coraje para proteger a la población y sostener el régimen de libertades.
Sergio Muñoz Riveros