Los ingleses, que son especialistas en hacer rankings y mediciones de lo que sea, descubrieron un dato interesante el fin de semana: que Manuel Pellegrini, tras la victoria sobre Manchester United dirigiendo al West Ham United, se anotaba como el primer entrenador en la historia en ganarle a los “Diablos Rojos” con cuatro adiestradores distintos. David Moyes, Louis van Gaal, José Mourinho y Ole Gunnar Solskjaer han sido las “víctimas” del chileno.
La verdad es que el dato estadístico vale bien poco. Es irrelevante. Apenas una anécdota. Pero sí tiene un mérito subyacente. Reflota la figura de Pellegrini en los medios chilenos y lo pone, aunque sea por unos días, en el sitial de importancia que a estas alturas no debería ser eventual, sino que permanente.
Simplemente porque Manuel Pellegrini es el gran referente técnico de la historia del fútbol chileno.
Sí, tal cual. Las evidencias son claras.
De partida, Pellegrini ha sido capaz de construir una carrera notable a nivel internacional, superior a la que cualquier DT chileno logró alguna vez (incluido su mentor, Fernando Riera). Y no solo por la calidad de los equipos que logró dirigir afuera —River Plate, Real Madrid y Manchester City— sino porque, a excepción de lo acontecido en el equipo “merengue”, logró los máximos títulos esperables y exigibles.
No es todo. Como ingeniero que es, Pellegrini planificó y construyó elencos de tono menor en sorpresivos protagonistas a nivel internacional. Anote: ganó la Copa Mercosur con San Lorenzo; llegó a las semifinales de la Champions League con Villarreal; llevó a Málaga hasta los cuartos de final de ese mismo torneo por primera —y hasta ahora— única vez en su historia. Poquito no es.
Pero el aporte de Pellegrini se traduce también en su afán de imponer conceptos sobre organización y edificación a través de la generación de bases duraderas. Claro, eso no vende. Pero es seguro que los chinos, que sí tienen paciencia y por eso hoy son lo que son, en unos años más anotarán la experiencia de Pellegrini dirigiendo a Hebei China Fortune como un eslabón en la cadena que los llevará al protagonismo futbolero. Lo apuesto.
Claro, al hablar sobre su otro aporte importante, el principio de juego, algunos intentarán revivir viejas teorías de trasnochados gurús que aseguraban que el ideario futbolístico de Pellegrini se asemejaba al de los guardianes del recato defensivo. Allá ellos con su apego a los eslóganes. Porque el fútbol de Pellegrini es posesión y precisión. Ataque construido, pero también recuperación rápida para sorprender. Teoría de pizarra y de tablet, y luego ejecución en la cancha como un DT quiere ver siempre a sus jugadores, es decir, exponiendo lo que él piensa.
Sí, establezcamos que Manuel Pellegrini aún tiene una deuda interna. Él debería ser el gran ideólogo y principal ejecutor de las profundas transformaciones que debiese tener el fútbol chileno para no seguir viviendo de generaciones espontáneas. Tendría que sentarse a explicar (y enseñarnos) qué está prevaleciendo hoy en la discusión técnica de la élite mundial a la cual él pertenece. Debería aplicar su ideario, tener el tiempo para construir y legar, formar discípulos y, claro, llevarnos a las secuencias que nos permitan ganar en forma más constante.
Cierto. Queda eso por hacer. Pero aún así, Pellegrini ya es el número uno entre los nuestros. No debería ser necesario que los ingleses nos lo recuerden.