“Harto penca la memoria, solo mira hacia atrás”, es mi traducción castiza de una cita de Lewis Carroll. Se trata de un comentario que la Reina de Corazones le hace a Alicia.
Se la dijo en la Universidad de Princeton el físico John Archibald Wheeler a su discípulo y colega, el gran Richard Feynman (“It's a poor sort of memory that only works backwards”).
Investigaban juntos a comienzos de la década de 1940. James Gleick publicó en 1993 una magnífica biografía de Feynman y retrata, en su capítulo sobre la naturaleza del tiempo, los vaivenes de Wheeler y Feynman. Los desesperaba generar una mecánica cuántica que diera cuenta del tiempo, irreversible o no.
Bueno, no es irreversible, concluyen. La dirección del tiempo puede ir hacia atrás o hacia adelante.
Seguir estas cavilaciones trascendentales, aunque uno las entienda poco, en un Princeton donde todavía Albert Einstein está a la mano para consultarlo, sugiere una obra de teatro.
En un momento, Wheeler, desde una caseta telefónica llama ansioso a Feynman y le sugiere “¿y si todo no fuera más que electrones?”.
Feynman, con un instinto matemático sobrenatural, va chequeando si las teorías se sostienen. Porque lo que se postula debe ser susceptible de ser medido. Y en la naciente mecánica cuántica la matemática sostiene la teoría.
El campo de la física saltaba en esos tiempos desde una astronomía que registraba los cuerpos celestes hacia las grandes preguntas del universo: de adónde y hacia adónde, escribe Gleick. Y, lo más decidor:
“(La física) comenzaba a destacar entre las ciencias modernas como una empresa no totalmente científica, pero como una amalgama de filosofía, arte, fe, y no poca esperanza”.
Los físicos que entonces abrían campos nuevos invertían tardes enteras para encontrar un nombre a cada fenómeno, para comunicarlo. Wheeler inventó “agujero negro”, por ejemplo.
Son tan importantes las analogías, las metáforas, lo visual, para dar cuenta de la ciencia. Es un orgullo que Felipe Serrano, este año, biólogo transformado en ilustrador, lograra conquistar la portada de “Nature”.
Por eso, el encuentro hoy lunes, en las dependencias del Observatorio Radioastronómico ALMA entre los ministros de Cultura, Consuelo Valdés, y de Ciencia, Andrés Couve, puede rendir tantos frutos.
Porque un artista o un poeta puede sintetizar, en un rasgo, un concepto crucial como el “entanglement” cuántico, el entrelazamiento cuántico, y abrir caminos para que la imaginación del científico oriente su avance. Y nosotros comprendamos mejor.