A una semana del debut de “Animales invisibles”, el colectivo La Laura Palmer estrenó “Exhumación, Ensayo performativo sobre Isidora Aguirre”, otra propuesta suya trabajada en paralelo, cosa que no había hecho en una década. Coproducida por la Universidad Mayor, es el primer tributo escénico de los tres anunciados en nuestro medio a esa gran y postergada dramaturga nacional en el año del centenario de su nacimiento.
Su subtítulo anuncia un giro distinto al teatro testimonial que cimentó el prestigio del grupo. Dirigida en dupla al igual que aquella por Ítalo Gallardo y Pilar Ronderos, su núcleo básico tiene como
performers a cinco egresados de teatro de esa universidad. Quiere ser una suerte de investigación en vivo a fin de rescatar la figura y obra de la importante y subvalorada autora (1919-2011). Busca además abordar otras cuestiones afines, como la noción de éxito en el quehacer artístico local o el hándicap de ser mujer creadora en el orden patriarcal chileno. Propósitos harto ambiciosos para un equipo sin pericia, en solo 90 minutos de entrega.
El inicio bastante pomposo explica la raíz etimológica y cultural de una exhumación, y su reflejo en la mitología griega. A continuación las cinco ‘investigadoras', entre ellas un actor en el rol de mujer para poner énfasis en el género, declaran que como la autora murió, intentarán recomponer en ausencia su legado creativo del cual, salvo “La pérgola”, admiten no saber nada. Un planteo desalentador pues revela que el equipo no comparte la tesis de que un artista perdura a través de su obra (¿qué se debería hacer para revalorar, por ejemplo, a Sófocles?); y la ignorancia confesa revela pereza y falta de curiosidad, mientras pone en entredicho la cátedra de Historia del Teatro Chileno en esa escuela.
A la manera de un rito funerario se traza en el suelo el contorno corporal de la difunta y se le encienden velas. Luego se elige entre el público a quien personificará a la escritora durante la función, mediante el puntaje de las respuestas a una encuesta. En verdad es bien poco lo que se revisa de la vida y método de trabajo de la dramaturga: se menciona apenas un amor de juventud y su costumbre de investigar en terreno y a fondo los ambientes que registraba. Si bien reconoce que “La pérgola…” es el texto menos representativo de su producción, gasta mucho tiempo en entrevistas en video más bien insulsas a locatarios del Persa Biobío en la convicción de que ellos son los equivalentes actuales más próximos a las pergoleras. También entrevista largamente a Héctor Noguera, Decano de la Facultad de Arte, que dirige la versión remozada de la comedia musical (y queda en posición desfavorable). No se nombra más que un par de la treintena de obras de fuerte contenido político que sí definieron su notable estilo y por las cuales fue silenciada.
De Isidora Aguirre hay muy poco en la entrega, cuyo objetivo está lejos de cumplirse. Su estructura errática y zigzagueante abunda en cambios de rumbo y de tratamiento que suenan más bien a chorezas. En el remate se invita al público a pasar al escenario a compartir una sopa que se estuvo cocinando durante la jornada, con el consiguiente olor a fritanga, y una dramaturga invitada (una distinta cada día) lee el texto alusivo que redactó en el lapso. Hay que tener harta paciencia para soportar este resultado a todas luces obtuso, que no habla bien de La Laura Palmer ni de los logros formativos y calidad de experimentación de esa escuela teatral.
Sala de Teatro de la Universidad Mayor. Miércoles a sábado a las 20:30 hrs. Hasta el 31 de agosto.