Ahora que vuelve el torneo, habrá que volver a ponderar el sistema que nos hemos impuesto para jugar los torneos, con un dato significativo para el balance: ningún equipo va a jugar copas internacionales en el segundo semestre. Somos los que somos y hay lo que hay.
Cuando se reanude el campeonato —con una fecha por jugar de la primera rueda— habremos perdido a varias de las principales figuras de la primera parte. Al goleador Mauro Quiroga, por lo pronto. A Luis Jiménez y a Esteban Pavez. O'Higgins habrá renunciado a Maximiliano Salas y a Juan Fuentes. La U sufrió bajas, pero fueron consideradas como desposte, lo que aún está por verse. Pérdidas significativas para el brillo del espectáculo, sin duda, que se compensan con la retención de figuras que todos apostábamos iban a partir: Puch, Dituro, Larrondo, Bou y alguno más.
No hubo incorporaciones que provoquen entusiasmo y se instaló, de manera impropia, la sensación de que en el fútbol chileno pastan las vacas flacas, justo cuando se pensaba que podríamos competir con los mercados de Sudamérica por el nuevo contrato televisivo y el aumento de los premios de las competencias internacionales.
La ambición directiva es baja, es cierto, porque se conforma con un discurso tibio que esconde el fracaso externo con un discutible balance de las finanzas corporativas. La responsabilidad que todos invocan hoy no es la misma de hace apenas algunos meses, pero mantener la política de contrataciones en medio de los magros resultados obviamente no resulta convincente. Y no porque los accionistas reclamen, como argumentan, sino porque están acomodándose recién a nuevas estructuras internas para definir las políticas de contrataciones.
En medio de la danza de millones que se vive en el mercado mayor y de la evidente inflación de los precios que provoca la disputa entre los diez grandes clubes del mundo, nuestra realidad parece marchita y triste, lo que no impide que la gente esté ávida de consumir el producto, como lo ha demostrado esta fecha de la Copa Chile. Y como la inversión es escasa, el marketing precario y la promesa muy pequeña, hay que remar con más bríos para entusiasmar a la hinchada para las 16 fechas restantes, donde el premio sigue siendo el mismo: un boleto para esas copas que son un martirio para nosotros.
En fin. Colo Colo considera que con lo que tiene la alcanza, la UC se siente satisfecha por haber retenido lo que parecía perderse y en la U —que contrató más de una decena de jugadores hace unos meses— sería absurdo tirar más dinero sobre la mesa. Los sueños están aterrizados y de tanto repetir lo de las vacas flacas uno se imagina el escenario y le pide a la gente algo que ya es costumbre: que crean que lo que viene, pese a la falta de carne, será mejor.