Hace unos días, Facebook anunció el lanzamiento en 2020 de libra, una moneda virtual que podrán potencialmente utilizar sus 2,4 mil millones de usuarios en el mundo entero para realizar transacciones de lo más diversas. A diferencia de lo que ha pasado hasta ahora con otras monedas virtuales, en particular criptomonedas como bitcoin, las reacciones de varias autoridades en Europa y EE.UU. fueron de inmediata alarma y preocupación. Jeremy Powell, presidente de la Fed, señaló que se iba a establecer una regulación muy exigente a libra para proteger a los consumidores, en tanto el gobierno francés creo una task force liderada por Benoit Coeure, del Banco Central Europeo, para indagar sobre los posibles efectos de libra e informar en la próxima reunión del G7 en agosto —Francia preside el G7 este año—. Y recién la semana pasada, la Cámara de Representantes de EE.UU. —su Comité de Servicios Financieros— pidió formalmente a Facebook y sus socios en este proyecto la paralización del proyecto hasta que el Congreso de ese país debata al respecto.
¿Por qué tanto alboroto? Por de pronto, cualquier iniciativa de esta envergadura que provenga de un gigante como Facebook provoca algún temblor. La escala de la operación es tan monstruosa —al menos potencialmente— que es difícil para los reguladores quedar indiferentes. ¿Y cuáles son los temores? Primero, hay un asunto con el acceso a datos personales: la libra funcionaría sobre la base de una tecnología blockchain que exigiría la identificación de quien compra o use la moneda como una manera de evitar el lavado de activos y transacciones ilícitas. Sin embargo, este, que es un objetivo loable, se convierte en una sospecha en el caso de Facebook, que ha estado en el ojo del huracán por el uso comercial de los datos personales de sus usuarios —recordemos el escándalo de Cambridge Analytica—.
En segundo lugar, existe una aprensión en cuanto a la seguridad de las operaciones y cómo se resguarda al usuario respecto de fraudes y violaciones de cuentas (hacking). Es un hecho que la tecnología blockchain es más segura que otras alternativas, pero no se puede garantizar la seguridad en un 100%, sobre todo si el volumen de operaciones alcanza la escala que promete.
Tercero, se desconoce cuál sea el efecto de la libra sobre la competencia en diversos mercados relevantes. Por ejemplo, el proyecto se haría en colaboración con multinacionales líderes en sistemas de pago, como Visa y PayPal, así como con conocidas plataformas de servicios en línea, como Uber, Spotify y Mercado Libre, entre otros viejos y nuevos conocidos. Además, Facebook y sus socios ofrecerán una aplicación para comprar, vender y usar la nueva moneda desde los celulares llamada “calibra”, que tendrá una obvia ventaja competitiva sobre otras aplicaciones que quieran intermediar libras.
Cuarto, y dada la experiencia de bitcoin y otras criptomonedas, se teme que las significativas variaciones que pudiera experimentar el valor de libra, expresado en dólares o euros, pudiera afectar a los consumidores o usuarios. Finalmente, se intuye que libra podría ser una amenaza a los bancos centrales y su capacidad para llevar a cabo políticas monetarias soberanas y una amenaza a la estabilidad de los mercados financieros.
¿Es tan así? Sin duda que los desafíos que plantea el lanzamiento de libra deben ser estudiados y enfrentados con una regulación adecuada. Pero no se puede desconocer que esta iniciativa u otras similares son en cierta forma incontenibles. Y traen beneficios para los usuarios, como por ejemplo menores costos de las transacciones en comparación con los cobros bancarios, el acceso a los servicios de estas plataformas de gente no bancarizada y la simplicidad para realizar transacciones. Por otro lado, los temores aludidos —algunos de ellos al menos— puede que estén sobredimensionados a la luz del propio diseño que ha propuesto Facebook. Así, es posible que libra no sea una amenaza seria a la política monetaria de los bancos centrales, puesto que está pensada como una moneda básicamente transaccional (calibra es un monedero electrónico) y Facebook no tiene pensado tomar depósitos para hacer préstamos (y no podría sin una licencia bancaria). Es decir, no existiría un proceso de creación de dinero bancario a partir de la emisión de libras. Además, como se compromete un 100% de respaldo en activos líquidos de bajo riesgo, la libra tendría la estabilidad que no tienen bitcoin y otras criptomonedas, lo que no solo proveería resguardo a los usuarios, sino que también evitaría los efectos sistémicos sobre los mercados financieros. No obstante, la potencia de las políticas monetarias puede verse reducida si la libra sustituye sustancialmente a otras monedas y altera la transmisión de esas políticas a los mercados financieros.
Probablemente, los impactos sobre la competencia en mercados relevantes requieren de una reflexión más profunda, en tanto los temas de seguridad podrían ser abordados a partir de la misma experiencia que se vaya acumulando con el tiempo. Por último, el resguardo de los datos personales es un tema que trasciende al proyecto libra y que es conveniente enfrentar con la definición de derechos de propiedad de las personas sobre sus datos a partir de la portabilidad de estos.
El debate recién comienza.
Felipe Morandé
Embajador de Chile ante la OCDE