En 2008, cuando Felipe Becerra tenía 23 años de edad, se publicó en Lima su novela Bagual. Después, en 2014, apareció en nuestro país para beneficio indudable de los lectores chilenos. Fue, sin duda, una de las novelas más interesantes y prometedoras publicadas en ese momento. En menos de 200 páginas, Felipe Becerra ofrecía un mundo de tenebrosas maravillas que ponían en tela de juicio algunas de las verdades más queridas por la conciencia moderna. El título de su nueva publicación, La próxima novela, puede considerarse un ingenioso juego de palabras o una metonimia que alude a algo que todavía no existe pero que se aproxima. El espacio imaginario que abre el libro no está poblado por las imágenes de una historia que se nos ofrece como ficticia y alternativa de nuestra realidad, sino por las anotaciones que, según Felipe Becerra, ha reunido mientras se toma su tiempo a la espera de publicar esa novela anunciada en el título (según la solapa del libro, se tratará de una novela “monumental” llamada Las Cisnes de Ñache). Tal espera, sin embargo, está desprovista de la angustia que provocaría la necesidad o la presión para publicar una segunda novela que comprobara que la entusiasta recepción de Bagual no fue exagerada. Por el contrario, Felipe Becerra goza con la posibilidad de una dilación interminable: “... escribir de aquí hasta que muera un único libro, larguísimo, es una idea que me encanta”. Y pensando en sí mismo y en su novela Bagual se refocila con “Una idea feliz: publicar una primera (bastante corta) a los 22 años y luego pasar el resto de mi vida en una extensa, interminable segunda novela”.

La próxima novela posee forma de cuaderno similar a los mencionados en sus páginas. Se compone de numerosas anotaciones escritas por lo general en prosa, pero que a veces también se aproximan al diseño poético, y reproducciones del manuscrito de Becerra acompañadas con fotografías y dibujos que seguramente fueron adjuntados a las páginas del cuaderno original. Estos últimos materiales no son arbitrarios ni gratuitos sino el apoyo de las reflexiones, interrogantes, afirmaciones y hechos anecdóticos que el autor escribe en sus anotaciones. A causa de su variada naturaleza de contenidos, de formas interiores y de sus (aparentes) diversos intereses, pareciera que La próxima novela ofrece una estructura radial de sentidos. Pero no es así: todo está organizado en torno a tres núcleos semánticos que a medida que avanzan paralelos van descubriendo su cercana interdependencia: las relaciones entre escritor (o escribiente) y escritura, la importancia de los cuadernos como geno-textos —término muy apreciado por los semiólogos e intertextualistas que Felipe Becerra conoce bien— y sobre todo, el valor y la importancia que para la gestación literaria tienen la espera y la lentitud. En este sentido, pienso que el libro The History Manifesto (no sé si se ha traducido al español) citado por Felipe Becerra constituye el germen de sus ideas sobre la espera y la demora. Se publicó en el año 2014 y ha alcanzado gran popularidad en la academia norteamericana. Sus autores, Jo Guldi y David Armitage, afirman que nuestra época ha perdido de vista los detalles significativos de la realidad por su avidez para hacer y obtener todo en el menor tiempo posible, pero también advierten que hoy se nota el regreso de las grandes narraciones desdeñadas por la posmodernidad que exigen nuevamente abandonar la prisa y revaluar la espera y la dilación. “Me pregunto —escribe Felipe Becerra— cuál sería el valor de la demora en la producción literaria. Llevar a cabo novelas de larga duración (no necesariamente largas en extensión) permitiría tal vez recoger esos cambios internos, estéticos, que solo se dan en el largo plazo, pero también al mundo en que al autor le tocó vivir”.

En síntesis, La próxima novela no es otra cosa que una suerte de poética narrativa de un autor joven que se prepara para publicar su segunda novela.