Un medio uruguayo bromeaba —ironizaba— diciendo que hoy no solo podía jugar Jara, sino también Pulgar, por lo que Cavani requería de protección especial. Ningún otro partido en el continente lo jugamos con tan alto nivel de tensión como frente a Uruguay, desde los tiempos en que Montero Castillo (el padre) casi fractura a Tito Fouillioux en las eliminatorias del 69, pasando por Borrás, el naranjazo de Venancio o los apretados duelos de la última década, donde hay más paridad y lucha que nunca antes en la historia.
De hecho, mañana se cumplen 44 años de un amistoso Chile-Uruguay —válido por la Copa Juan Pinto Durán— que terminó a los 79 minutos, luego de que el árbitro chileno Sergio Vásquez expulsara a 19 jugadores debido a una batalla campal. Sólo se salvaron los dos arqueros y el delantero local Nelson “Pelusa” Pizarro, que había ingresado en el segundo tiempo y no alcanzó a llegar a la mocha.
Por eso el partido de hoy tiene categoría casi amistosa. Ya definidos los eventuales rivales, y con los charrúas con el segundo lugar casi asegurado por la diferencia de goles, ambos pueden darse el lujo de tomárselo relajadamente, mirando más a la segunda fase que a esta definición de grupos.
Reinaldo Rueda fue claro para decir que privilegiaría el descanso de los más trajinados, pero con este grupo siempre es difícil bajar el ritmo o insinuar dosificaciones, más ahora que parece haber recuperado el fuego sagrado y que muchos comprenden que, perdida la opción del Mundial de Rusia, lo que les queda es el tricampeonato, porque a Qatar no llegarán.
Igual, el problema del seleccionador parece menor, e incluso nimio, considerando las proyecciones que se daban para esta Copa. Llegar clasificado al tercer partido sólo estaba en el cálculo de Vidal cuando entrevistó a Luis Suárez, por lo que es factible que no veamos un pleito de fricciones, asperezas ni dientes apretados, lo que es una lástima, porque Chile ya había aprendido a jugarlos.
Un pequeño lujo que puede darse la Roja, que encontró su mejor forma, que recuperó las confianzas y que otra vez se apoya en sus individualidades. Aunque nos gustaría más si resolviera los baches defensivos, si hubiera encontrado un referente de área más convencional o si Rueda leyera los cambios con más prontitud. Porque estamos contentos y satisfechos, pero el desafío grande partirá en cuartos, con Perú o Colombia. Porque lo de hoy, parece, no será para sacar muchas chispas.