Por esas cosas del fútbol, el rival que nos ha obsesionado en la previa al debut en la Copa América es…Japón. Sabemos poco del rival, y no porque sea difícil seguirlos, sino porque trabajan simultáneamente con cuatro selecciones con distintos propósitos. Uno de ellos es llegar competitivamente a los Juegos Olímpicos, y esta selección joven —que no es la misma que nos goleó en Toulón— tiene ese objetivo, con la nueva estrella emergente Takefusa Kubo —recién contratado por el Real Madrid— como figura excluyente.
Nos criamos, aunque nos cueste confesarlo, con la cultura nipona como referente. Desde las series de televisión (Simba, Meteoro, los Supercampeones y Candy) hasta la comida, que compite con la china y la peruana en cada esquina. Pero sobre todo con Godzilla, que fue referente de las tardes de cine (por la TV) e influencia para nuestros temores más marcados.
No seremos locales en el Morumbí, sencillamente porque la colonia japonesa en Sao Paulo es inmensa. La mayor cantidad de nipones y sus descendientes en el mundo se concentra aquí, por distintas razones. La migración a Europa y los Estados Unidos sufrió obvias persecuciones y recelos por la Guerra Mundial, y en Brasil se hicieron fuertes, lo que se hará notar hoy.
Ya no vale la pena, creo, seguir analizando las cartas de Chile porque, para bien o para mal, las tenemos claras desde hace rato. Rueda tomó sus opciones y en esa elección está su riesgo. Optó por volver a lo de siempre después de larga búsqueda y ha repetido, hasta el cansancio, que su meta no era el recambio, por más búsqueda que intentó.
En esa lógica, y suponiendo que cuenta con el respaldo irrestricto y solidario de los que eligió, comienza a jugarse su suerte en estos tres partidos. Y, aunque sea extraño, comenzará frente a Japón, el rival que atemoriza, sorprende e intriga. Pudimos tenerlo más claro si el terremoto de Sapporo no hubiera impedido que ambos estilos chocaran en agosto del año pasado.
Aquí estamos, en la antesala de la verdad, en el vórtice del futuro cercano, en la encrucijada de siempre. Rueda se juega el futuro, nosotros la ilusión de renovar votos con la generación que nos dio tantas glorias y, en el último tiempo, tantos bochornos y dolores de cabeza. Aquí estamos, para espantar los monstruos y los miedos. Precisamente ante los japoneses.