Hay gente a la que le cuesta dejar ir cosas que perdieron.
Un caso típico es Sting, el cantante.
Escribió una canción que se llama “Every breath you take” y habla sobre cómo después de que lo abandonaron se sintió perdido, sin rumbo. Y en la canción le advierte a esa persona que lo dejó que la estará vigilando: “Cada movimiento que hagas, cada paso que des, cada palabra que digas, cada sonrisa que finjas, cada día… te estaré observando”.
A veces pasa lo mismo en la política. Hay gente que pierde el poder y no lo puede soportar. Entonces se dedica a vigilar y a criticar al responsable de su pérdida.
Es lo que le pasa al Gobierno y en especial al Presidente. Es como si la oposición fuese la banda The Police (sin la pinta ni el glamur) y musitara todo el tiempo “
every breath you take, I'll be watching you”.
Creo que esa canción postula hasta ahora a ser la-banda-original-de-sonido de la era Piñera 2.
El problema es que cuando uno se apresura a refutar lo más rápido posible absolutamente todo lo que salga de la boca de su adversario corre el riesgo de equivocarse. Por apurón.
Esa era la trampa que les hacía Don Francisco a los participantes en el concurso “Sábado Gigante – Pepsodent gel”. Consistía en que cada vez que el animador decía “Sábado Gigante”, los concursantes debían decir rápidamente “Pepsodent gel”. Pero una y otra vez Don Francisco los hacía errar: hablaban a destiempo o decían lo que no debían decir. Los convertía en presas de su propia ansiedad.
Algo así ocurrió con la Cuenta Pública del sábado 1 de junio.
Como la oposición está acostumbrada a cuestionar todo lo que sale de la boca del Presidente, varios de sus integrantes se apresuraron en salir a criticar todos sus anuncios.
Pero esa premura les impidió darse cuenta de que algunos de los anzuelos que lanzó el mandatario venían “con sorpresa”. Y, sin pensarlo, los mordieron igual. Así, le llevaron la contra y quedaron mal.
Me refiero, claro, al tema del 4% extra de cotización previsional. El Presidente solamente dijo que ese monto adicional, que los empleadores aportarán a sus trabajadores, iría íntegramente a sus cuentas individuales y que cada persona podría elegir libremente a quién entregarle su administración, dado que la plata sería de cada persona.
Los políticos de oposición reaccionaron virulentamente en contra de ese anuncio. Y lo gritaron a viva voz.
Pero a mi juicio se equivocaron, igual que en el concurso de Don Francisco. Desaprovecharon la oportunidad de guardar silencio y esperar y ver. Porque el sentido común y las encuestas muestran que la gran mayoría de los trabajadores no aceptará que el Estado se quede con su 4% ni que les impidan decidir autónomamente en qué mesa poner esas fichas nuevas.
Creo que pasa lo mismo con el anuncio de reducir el número de parlamentarios y de limitar su reelección. Y para qué hablar de los anuncios en infraestructura y trenes. Mi consejo es mejor no meterse ahí, a menos que uno quiera echarse encima a la mayoría.
Es que lo que ocurrió esta semana fue una verdadera “pesca milagrosa”. Como ese juego al que yo jugaba de niño en mi pueblo, allá en la provincia.