El gobierno del Presidente Piñera debió considerar al exembajador y actual delegado en Chile de Nicolás Maduro
persona non grata (png en el lenguaje coloquial diplomático).
Chile tiene el derecho de hacerlo, está en las facultades presidenciales. No tenemos embajador en Venezuela. De acuerdo con las prácticas diplomáticas, no se requiere cortar relaciones con el gobierno que lo acreditó. Conforme a la Convención de Viena, no se exige a los países que den razones para declarar
persona non grata. Hay fundados motivos para ello: Chile, junto con 56 países, declaró la ilegitimidad del régimen de Maduro, causante de la mayor crisis humanitaria en curso. Más de cinco millones de venezolanos se han visto forzados a abandonar su territorio. Lo abandonan ante la transgresión a sus derechos humanos, el generalizado desabastecimiento de alimentos y medicamentos, de una economía con la más elevada inflación que se registra en la historia, que cuenta con las mayores reservas de petróleo del mundo. Su producción se ha reducido a menos de la cuarta parte, destinada principalmente a mantener el respaldo de China, Rusia, Bolivia y de algunos países del Caribe. El resto de los hidrocarburos sirve a la corrupción de los gobernantes. Miles de millones de dólares emplean para el lavado de dinero, sobornos, financiamiento ilegal de la política, fuera y dentro del país; enriquecimientos ilícitos, varias veces los desencadenados por los escándalos de Odebrecht.
Aberrante es el respaldo y reconocimiento al régimen de Maduro por la mesa del Senado, presidida por el senador Jaime Quintana. Le extendió una invitación al delegado de Maduro en Chile para que represente a Venezuela en la cuenta anual presidencial. Se marginó a la embajadora de ese país en Chile. La invitación reconoce a un gobernante declarado ilegítimo por el Estado de Chile, prefiere ignorar las evidencias de la tragedia que viven los venezolanos. Más de doscientos mil que se han acogido y refugiado en nuestro territorio; son la principal comunidad extranjera residente.
La contradicción del invitante no sorprende: apartándose de una política de Estado que su partido y otros opositores reclaman ser respetada, en su condición de presidente del Senado, el senador Quintana se negó a participar y cumplir con las costumbres protocolares en la visita oficial del Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, elegido democráticamente y jefe de gobierno de un aliado principal, histórico de Chile.
Chile proporciona al mundo otra lamentable incerteza jurídica: habría dos embajadores de Venezuela en Chile. No hay otro país en que ocurra algo semejante.
Agrade o no a las autoridades del Senado, sin tecnicalidades, protocolos ni ideologías, el delegado de Nicolás Maduro en Chile no representa a Venezuela, es persona non grata para muchos chilenos y millones de venezolanos.