Eduardo Arriagada, decano de Comunicaciones PUC, dice que transitamos de un mundo de mensajes a una sociedad de conversaciones.
Está ocurriendo con las instituciones. El senador Guido Girardi recordó, durante una sesión entre el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCh) y la Comisión Desafíos del Futuro del Senado, el convenio entre ambas organizaciones. Este abre una vía para que la academia presente ideas que se convertirán en proyectos de ley. Conversaciones.
Como ejemplo, ahí mismo, el investigador John Ewer, del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la U. de Valparaíso, argumentó en favor de atrasar más nuestros relojes, incluso en Magallanes y salvo en Isla de Pascua y las islas Salas y Gómez.
El proyecto de ley ya pasó el primer trámite constitucional, lo vio la comisión de Salud del Senado y espera los procesos futuros (Boletín Nº 12.016-11, en el sitio web del Senado).
El Dr. John Ewer me convenció. Es cierto que llegaríamos a casa a oscuras durante el invierno. Pero ¡despertaríamos con luz!
O sea, hoy, cuando el sol salió a las 7:15 hora actual, si atrasáramos los relojes como se propone, habría amanecido a las 6:15, hora “Ewer”, y podríamos haber tomado el bus a las 7:15, trasladándonos con luz a nuestras labores.
El Dr. Ewer argumentó:
—Está demostrado que no hay ahorro energético con el cambio de hora.
—El cambio de hora impacta nuestra salud y nuestro desempeño. El investigador presentó datos de 20 años, demostrando que, a dos días de adelantar los relojes, se producen más ataques al corazón que en situaciones normales.
Mostró cómo los cuerpos anticipan la llegada de la luz o de la oscuridad y se activan o se retardan, según el caso. El sueño o la vigilia vienen con la oscuridad o la luz, a tal punto que la población se despierta cuatro minutos más tarde por cada grado de longitud terráquea. Así, en Valparaíso, los ojos se abren, naturalmente, cuatro minutos después que en Santiago. Los animales seguimos al sol.
La hora del despertador no es la hora a la cual nuestro cuerpo quiere salir del lecho. Ewer dice que vivimos un “jet lag social”.
A mayor “jet lag social”, empeoran: el estado emocional, el desempeño, la salud. A Chile le corresponde el huso horario UTC-5, esto es, cinco horas después de la hora de Greenwich, en el Reino Unido.
Vivir lo natural ayudaría a los adolescentes, que necesitan más sueño y despiertan más tarde.
Si en Magallanes, dijo Ewer, donde mantienen el horario de verano y actualmente no atrasaron los relojes, estudiaran el rendimiento académico, encontrarían que el desempeño bajó en relación con años pasados. Los adolescentes son las víctimas de la hora adelantada.
El proyecto de ley dice que, tras publicada la norma, el primer año se seguirá el horario de invierno actual, sin cambiarlo en primavera. Pero al segundo año, el reloj se retrasará una hora para siempre.
Surgirán muchas otras ideas con fundamento científico que los investigadores ahora pueden conversar con el Congreso.