Fernando Riera, entre sus muchas frases, tenía una que apunta con claridad a lo que sucede en el grueso de los clubes del fútbol local, la ANFP y el consejo de presidentes. “Una cosa es saber de fútbol y otra, muy distinta, es saber las cosas del fútbol”, explicaba el técnico del Mundial de 1962.
Una sentencia vigente cuando observamos el esfuerzo que realiza el seleccionador nacional, Reinaldo Rueda, al recorrer el país buscando que los clubes aprueben el aplazamiento de la 15ª fecha del torneo de Primera División. Una medida que permitiría al entrenador disponer de una semana más para preparar el equipo que irá a la Copa América, después de que el consejo de presidentes optara por iniciar la temporada a mediados de febrero por el Sudamericano Sub 20 de Rancagua.
Si existiese un compromiso real con el técnico y la Roja, lo más probable es que esa gestión estaría comandada por el presidente de la ANFP, alguno de sus directores o los funcionarios de mayor rango de la corporación. Los hechos demuestran que Rueda optó por salir a buscar los votos frente a la inercia de una mesa que aún no retoma la conformación natural (siete miembros) y el alejamiento de Andrés Fazio, su puente con Quilín.
Son días espesos en materia directiva. Colo Colo vivió otro capítulo en la guerra de sus controladores, donde el Club Social volverá a gravitar. Fracasó la pretensión de Leonidas Vial de erradicar a los socios de la mesa de Blanco y Negro y se generó un escenario donde Aníbal Mosa debería ser el principal beneficiado. Sin embargo, con esta polarización, el destino institucional es inquietante.
En Universidad de Chile, con un inicio de año deportivo borrascoso, graficado en el último lugar de la tabla al iniciarse la novena fecha, se concretan cambios en el directorio de Azul Azul. El ingreso de Jorge Burgos, pero ante todo de Rodrigo Goldberg y Sergio Vargas, ex jugadores con amplia historia en la U, es la novedad del movimiento en la compañía que controla Carlos Heller.
Un cambio que solo surtirá efecto si Heller y sus principales colaboradores, al igual que la familia Schapira (el otro grupo de accionistas con representación en el directorio), entiendan que la conducción futbolística radica en los especialistas.
El año pasado, Ronald Fuentes, el anterior director deportivo de la U, tuvo muy cerca a Mauricio Isla. Las negociaciones se detuvieron cuando los propietarios renovaron a algunos veteranos, dejando la caja sin recursos. En el nuevo panorama, eso no puede volver a ocurrir. Tampoco deben ser escuchados los amigos o parientes que hablan de jugadores o refuerzos en reuniones familiares o eventos sociales.
A su acervo futbolero, la dupla Goldberg-Vargas agrega la experiencia de provenir del mundo de los medios de comunicación, con una espalda relevante en la hinchada. Con su presencia permanente en las canchas, conocen la temperatura del momento azul. Es el tiempo de futbolizar la U, de establecer roles, de poner en práctica la sentencia del “Tata” Riera. De lo contrario, estaremos en presencia de un saludo a la bandera.