Cuarto montaje del grupo Kimvn, abocado a testimoniar en escena cómo vive hoy el pueblo mapuche y cuál es su problemática (la mayoría de sus integrantes descienden de esa etnia), “Trewa” es de esas piezas en las que es bueno distinguir el contenido de su continente; guardar distancia de su forma teatral que merece no pocos reparos, para valorar lo que expone.
Liderado siempre por Paula González Seguel, investigadora central de la idea, coautora del texto y directora del montaje, es sin duda la obra más elaborada, compleja y extensa (80 minutos) producida por el colectivo en sus 10 años de vida. También la que llega más lejos en su propósito de denunciar desde el escenario la violencia institucionalizada del Estado chileno sobre las comunidades originarias para acallar sus demandas históricas.
El concepto en sí es simple. Muestra a un grupo familiar y sus amigos que se reúnen en Tránguil para realizar una rogativa ceremonial a fin de que la exhumación de la activista ecológica Macarena Valdés Muñoz, quien presuntamente se suicidó en su casa en 2016, sirva para esclarecer las causas reales de su muerte. En escena aparecen representados su viudo, huinca como ella, y dos hijos pequeños. Espera que se haga justicia en otro caso real: la madre de un muchacho que recibió disparos con más de 180 perdigones, 30 de los cuales siguen en su cuerpo haciendo peligrar su vida. Otro presente se revela como miembro de la PACI, la patrulla de carabineros de origen mapuche creada para ayudar a integrar las comunidades, en tanto participa en los allanamientos. Ellos son los “trewa” (perro) del título.
Predomina aquí el tono documental y el naturalismo crudo que ha marcado el recorrido de Kimvn. A los que ahora agregan elementos simbólicos y un plano ritual y poético, el aporte ineludible de proyecciones visuales —con hermosas imágenes del paisaje local dominando el espacio todo el tiempo, y que a ratos trasparentan otras visiones— y abundante música ejecutada en vivo, cuyas canciones y temas atmosféricos más bien interrumpen la fluidez del relato. La mejor idea teatral de la jornada es que la cabaña en que se apretuja la decena de personajes ocupa un cuarto del escenario a un costado, significando que los mapuches permanecen arrinconados en el entorno que les es propio (la proyección a gran pantalla). Tras deducir su sentido, el procedimiento tiende a lucir algo forzado y parece injusto para el público en el sector opuesto.
En términos dramático-teatrales, la propuesta tiene desde su título (que suma otros dos subtítulos) demasiados materiales dispares en valor y estilo. La dramaturgia incluye escenas dialogadas a veces en mapuzungun, recuerdos de hechos pasados y relatos de sueños, pasajes que suenan a informes oficiales o de investigación, letreros proyectados. Recién a la hora de entrega se genera tensión en escena con el enfrentamiento de posturas opuestas, antes da la impresión de que todo ocurre en un ambiente de engañosa quietud. Como el montaje además buscó aunar intérpretes prestigiados (Paula Zúñiga y Hugo Medina) con otros ejecutantes sin mayor oficio, la representación se siente avanzando a tumbos.
Sea como sea, el punto de vista mapuche del conflicto se expresa con tanta vehemencia y rabia impotente, que es imposible que el espectador quede indiferente. La prueba está en los animados debates que los espectadores entablan a la salida del teatro.
Teatro UC. Miércoles a sábado a las 20:30 horas. Hasta el 27 de abril.