Con el debut de "Réquiem", La Malinche Teatro de Valparaíso se une a la breve nómina de grupos regionales que han logrado mostrar en la capital más de un montaje suyo. Hace justo tres años, Matucana 100 ofreció aquí, tras una extensa gira nacional, su segundo exitoso trabajo, "El abismo de los pájaros", de 2014, buscando hacer conciencia sobre la extinción de la etnia originaria kawésqar (o alacalufe) con la guía de Juan Radrigán en la escritura del texto. En la última década, el inquieto grupo ha desarrollado sin duda una loable labor en pos de la descentralización cultural con el respaldo de distintos fondos y entes oficiales.
Otra vez con dramaturgia y dirección de Fabiola Ruiz, líder del colectivo, "Réquiem" -su tercer título de amplia circulación por el centro y sur del país- de nuevo aborda un tema comprometido con la identidad e historia del país. Es un drama familiar e íntimo acerca de cómo los traumas de la dictadura se vivieron y aún se viven puertas adentro de los hogares; con una propuesta mucho más ambiciosa y elaborada que "El abismo...", contando además con una cuidada producción. Lástima que el resultado no sea lo que su antecesora permitía esperar.
Se abre con la imagen impresionante de una luminosa escenografía de corte contemporáneo y abstracto (de Daniel Fuentes, con asesoría del destacado diseñador capitalino Eduardo Jiménez) que estiliza el concepto de la obra. Una enorme estructura -el peso del silencio cómplice y la pasividad culpable- pende amenazante sobre las cabezas de la matriarca reunida con sus tres hijos y una nieta adolescente para recordar otro aniversario de la muerte del esposo y padre, un oficial de ejército cuyo pasado oculto como torturador y asesino se reveló recién por los noticieros.
Problema básico es que a poco andar, la impericia de Ruiz como dramaturga queda a la vista. Su escueto enfoque del rico material elegido carece de toda complejidad, es previsible y dramáticamente insustancial. Las escenas, llenas de lugares comunes y diálogos irrelevantes, incluyen alusiones solo ocasionales a la figura del difunto. A los 40 minutos, pasados dos tercios de la entrega, por fin entra el hermano mayor y único hombre que sí tiene una actitud contraria y desata el conflicto. Hay que agregar que suena inverosímil que el trío tuviera que llegar a los cuarenta para enterarse de quién era en verdad su progenitor; antes tal parece que nunca sospecharon nada.
Por lo demás, las actuaciones son más descuidadas que en "El abismo...", resueltas con poca exigencia; abundan las reacciones inmotivadas y las risas forzadas. Con todos los méritos que pueda tener en sí la estilizada ambientación, pronto luce como sobrepuesta, enmarcando un relato convencionalmente realista, sin mayor vuelo. Los insertos musicales y, más que nada, los frecuentes movimientos de luces, dan la impresión de efectos gratuitos, arbitrarios, inorgánicos. El esfuerzo de producción no logra así enriquecer la teatralidad.
Matucana 100. Miércoles a sábado a las 20:30 horas y domingo a las 19:30 horas. Hasta 10 de marzo.