Sobresaliente Palestino. En la fase previa de la Copa Libertadores eliminó a dos cuadros que lo superan con largueza en su presupuesto, sumando que Independiente Medellín y Talleres de Córdoba son verdaderamente locales cuando actúan en casa. Una ventaja que otorgan los tricolores, cuya hinchada es acotada, más allá de la simpatía que despierta entre los futboleros nacionales.
En los últimos años, el aficionado local perdió esa sana costumbre de ir al estadio cuando su equipo no actuaba. Muchas son las razones para este cambio en las costumbres, tan arraigado hasta los años 80. Por eso, después de esta clasificación de Palestino, más allá los temas reglamentarios y las condiciones económicas, sería notable que el Estadio Nacional albergara a los paisanos ante River Plate, el actual campeón de América. Con dos estaciones de Metro disponibles y precios asequibles, más la seducción de River, podríamos ver en Ñuñoa unos 25 mil espectadores. San Carlos de Apoquindo queda lejos, más aún cuando el regreso de los veraneantes normaliza la actividad en la capital.
Meritorio lo de Ivo Basay. Agarró el fierro ardiendo, con la opción del descenso cerca y dotó a sus jugadores de la confianza extraviada. En la cancha fue simple. Sin números de teléfono complejos, ubicó a los futbolistas en sus posiciones normales. Prefirió dos centrodelanteros, prescindiendo en su momento de un puntero (José Luis Muñoz). En el planteo actual, el argentino Lucas Passerini es la primera punta, mientras Roberto Gutiérrez hace el trabajo sucio de la distracción, con la llegada al área de Luis Jiménez.
El "Mago" es un crack. Fino, distinto, con la cuota de gol necesaria para un media punta que se mueve en los últimos 35 metros de la cancha. Jiménez quiebra con la tendencia de los futbolistas que vienen del Medio Oriente. Pocos jugadores que actuaron en esos mercados respondieron a sus antecedentes en el retorno. Con ambición y rigor, no se notan sus 34 años.
El plantel no es amplio y muestra varios veteranos. Sin embargo, Palestino corre y soporta los partidos hasta el epílogo. Aguantó el calor de Medellín y Córdoba. Se nota la mano de Ítalo Traverso en la preparación física. El escudero de Nelson Acosta demuestra su vigencia. Pocos conocen la voz del rancagüino, porque elige el bajo perfil. Son decisiones y estilos. Lo que se pide a un PF es que sus jugadores corran y se lesionen lo menos posible, máxima que en este caso se cumple.
Para destacar el trabajo de los laterales. Guillermo Soto y Brayan Véjar, en la derecha e izquierda, respectivamente. Pasan al ataque con criterio y entienden que su primera tarea es defender, más allá de algún error puntual. En el centro del campo, Julián Fernández y Agustín Farías empujan, cortan y son precisos a la hora de entregar la pelota. El primer gol ante Talleres es una prueba fehaciente, en un cuadro que carece de intérpretes para el mano a mano en las orillas.
A disfrutar de la fase de grupos, un premio para una institución que hace 90 días veía el abismo. Envidiable presente en La Cisterna, aunque el torneo local siempre debe ser la prioridad.