Estamos viviendo el fin de una dictadura. Chile, junto a la comunidad internacional, está apoyando al Presidente encargado, Juan Guaidó, y a la Asamblea Nacional, que por mandato de la Constitución venezolana han respetado en todo momento las garantías constitucionales y han logrado quebrar los parámetros de obediencia de una de las peores tiranías de la historia latinoamericana, desafiando a un gobierno fraudulento, mafioso y que ha dejado a millones de personas viviendo una crisis humanitaria. Chile muestra estar del lado correcto de la historia.
La comunidad internacional son más de 60 Estados que hoy no reconocen el gobierno usurpador de Nicolás Maduro. Estos Estados son vecinos latinoamericanos conformados por el Grupo de Lima, la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y tantos otros.
El 23 de febrero fue un día clave. Después de años de padecer al régimen dictatorial que torturó y encarceló a miles de venezolanos por el simple hecho de no estar de acuerdo con sus decisiones, y sumergió a la mayoría de la sociedad venezolana en las peores condiciones de vida, en un país tan rico como Venezuela. El tiempo del diálogo fracasó, y no precisamente por responsabilidad de la oposición, sino por el falso diálogo que promoviera el régimen usurpador.
El 23 de febrero vimos la negativa de Nicolás Maduro a dejar que ingresara la ayuda humanitaria, llevando la violencia a su máxima tensión, atacando a civiles indefensos, violando una vez más los derechos humanos en Venezuela.
No deja de sorprenderme y avergonzarme que en nuestro país, donde hace poco tuvimos una historia muy dolorosa en materia de DD.HH., tengamos agrupaciones que están del lado de los represores y no de las víctimas. Y peor aún, grupos cercanos a las víctimas de la violación a los DD.HH. en Chile que hoy miran para otro lado, como si existiera una doble moral.
Me pregunto, ¿por qué la centroizquierda olvida que fue acogida en Venezuela en tiempos de dictadura en Chile? ¿Cómo es posible que no podamos ponernos de acuerdo en principios básicos? ¿No son la democracia, el respeto por los derechos humanos y las libertades parte de estos principios?
Me pregunto también, ¿cuál ha sido el aporte de la izquierda en la restauración del Estado de Derecho, de las garantías, la libertad y la democracia en Venezuela? ¿Han perdido totalmente el sentido y el valor del testimonio por la defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales?
Por tanto, rechazo absolutamente la postura de que el rol del Presidente Sebastián Piñera "haya debilitado la política exterior de Chile y haya generado una división al interior de nuestro país". Esto es totalmente contrario. Precisamente, son los que critican el apoyo y la solidaridad del Gobierno y de la sociedad chilena quienes generan una grieta en la postura de Chile buscando míseros réditos políticos e intentos de justificación de su tibio accionar con el pueblo venezolano.
Ojalá no solo se extinga la dictadura de Venezuela, sino que también se extinga la actitud apática de muchos dirigentes políticos que desde sus escritorios, cómodamente, escriben comunicados, mientras existe un grupo trabajando por el cambio, conscientes de que en un país hermano, los más vulnerables no pueden esperar para sobrevivir.
Felipe Kast
Senador Evópoli