Hugo Tocalli dirigió a la selección chilena Sub 20 en el Sudamericano de Uruguay 2015. Le fue mal. Hablamos de un entrenador campeón del mundo en esta categoría, cuyo trabajo en Argentina, junto a José Pekerman, revolucionó a las selecciones menores trasandinas desde 1995.
Es evidente que Tocalli sabe y mucho, pero no es mago.
Chile fue eliminado hace una semana del Sudamericano que alberga y las secuelas aún resuenan. El juicio inicial nos indica que Arturo Salah, el expresidente de la ANFP, se equivocó al renovar la confianza a Héctor Robles. El rendimiento en Ecuador 2017, con un equipo de enorme potencial, pero con una bandada de pájaros en la cabeza del grueso de sus futbolistas, y una débil conducción de Robles, recomendaba abortar el ciclo del exzaguero.
Salah estimó necesario dar una señal de estabilidad y lo mantuvo. A partir de este criterio, sonaba más coherente entregar la Sub 20 a Hernán Caputto, quien clasificó a la Sub 17 al Mundial luego de 20 años. El exarquero hubiera seguido con una generación que conocía. Algunos críticos sostienen que también debió irse por la mala campaña en la India. Su registro en marzo de 2017 le dio una bala más.
Mientras se escucha y lee a miles de especialistas en divisiones inferiores, el nuevo directorio de la ANFP sale a desmarcarse. En privado, algunos de los que integraron la mesa de Salah afirman que no estaban de acuerdo con prolongar el ciclo de Robles. Con demagogia, apuntan que si clasificaba a Polonia, igual lo echaban.
En rigor, lo que asoma es una visión superficial. Al fútbol chileno, más allá de un "zapallazo" accidental, le seguirá yendo mal porque el grueso de los clubes no cree ni trabaja en cadetes. No basta con Universidad Católica, O'Higgins o Audax, por mencionar tres que siempre están en la medida de sus posibilidades.
El universo para elegir es pequeño, sumando el retiro de clubes como Huachipato, que dejaron de pensar en el fútbol joven y ahora solo apuestan por la pasada en una venta. Saludable el salto de Everton y aguardamos por los frutos que el proyecto de Carlos Felipe Pedemonte aporte en Universidad de Concepción.
Los discursos de la ANFP, sobre una reorganización de las selecciones jóvenes, suman palabras y buenas intenciones, pero carecen de impacto. Mientras no crezca la base, seguiremos chocando contra la frustración. Los dos mayores saltos que dio nuestro fútbol ocurrieron por decisiones estratégicas. En los 50, abandonar el eje Santiago-Vaparaíso-Viña del Mar, ampliando el espectro desde La Serena a Talca, fue clave. El proceso se amplificó luego del Mundial de 1962, cuando el abanico se abrió desde Antofagasta a Temuco, con el ingreso además de los clubes de la antigua Octava Región.
A mayor cantidad de clubes, más jugadores, mejor competencia y opciones para elegir.
Antes de planes revolucionarios, no es malo revisar la historia. Mientras esto ocurre, la mesa de Quilín debe aprender medidas de urbanidad. No es posible que los funcionarios se enteren por la prensa de sus despidos. Eso es mala educación, pero ante todo, el anuncio de la lógica de los hechos consumados.