Imagino que se leyeron las 39 páginas y los 54 artículos del Pacto para la Migración de la ONU. No me defrauden. No me digan que prefirieron ver una serie de Netflix en vez de informarse bien sobre el tema de la semana.
Ok. Como estamos entre gente informada no voy a latearlos y repetir el contenido del texto. Me voy a limitar a opinar sobre él.
Mi primera observación es que se trata de un escrito completísimo. Es un verdadero tratado. No por nada tardó meses su elaboración a decenas de funcionarios de la ONU que fatigaron mañanas y tardes calculando cada frase, bordando cada suspiro.
Es una pieza maestra, una verdadera "Matrix", como me dijo el viernes un amigo. Y lo es porque regula prácticamente todos los aspectos de la existencia humana. Como su objetivo es regular la vida y las relaciones entre seres humanos -migrantes, inmigrantes, emigrantes, locales, oriundos, allegados, originarios, avecindados-, entre estados y dentro de cada país, el pacto lo regula todo.
El conjunto normativo se ocupa de definir cómo debe ser la justicia, la educación, la salud, las reglas fronterizas, las leyes laborales, las pensiones, los tributos, la política habitacional, de género, el acceso al deporte, a la alimentación... ¡Hasta regula cómo deben actuar los medios de prensa!
Ni Andrés Bello, ni los Padres Fundadores gringos, ni Jaime Guzmán, ni Fernando Atria soñaron jamás con un texto legal que lograra abarcar todos los ámbitos de la vida humana, en lo político, lo económico y lo social de manera tan meticulosa.
¡Ni el mismísimo Dios fue capaz de elaborar una carta fundamental de derechos y deberes tan magnífica! Fue más bien escueto y se limitó a enumerar 10
tips conocidos como mandamientos que inscribió en una modesta tabla.
Pero el Pacto de Migración de la ONU es otra onda. Es
power, a todo trapo, como un océano que se sale del mapa.
En cuanto al fondo, el tratado sigue obviamente la línea de la ONU, con muchos derechos garantizados, gratuidades y conceptos similares a los que abundaron durante el último gobierno de la Presidenta Bachelet.
Ya sé lo que me van a decir. ¿Qué importa el famoso Pacto de Migración de la ONU, si ya el Presidente Piñera dijo que Chile no lo firmará?
Y tienen un buen punto. Pero es que nunca hay que descuidarse, la vida tiene muchas vueltas. Aunque Chile no lo firme, el pacto se va a aprobar igual el 19 de diciembre próximo y estará ahí, como un faro que iluminará el "deber ser" del planeta en todo ámbito. Será esgrimido en la prensa, en los tribunales, en los debates legislativos. Y nunca se detendrá la presión para que Chile se sume.
Y luego puede ocurrir que nuestra Michelle Bachelet se convierta en secretaria general de la ONU. Ha hecho toda la ruta para merecerlo. Cumplió todos los prerrequisitos y tiene mejor conducta que nadie. Y sería la primera mujer en la historia en ocupar ese cargo. Y hoy eso pesa.
Así las cosas, los chilenos tendremos a una Bachelet 3, pero con
upgrade,
worlwide,
top of the world. Y gobernará con una carta fundamental hecha a mano para ella.
Apuesto a que esa no la vieron venir.