El proceso eleccionario de la ANFP dejó un dato relevante para el nuevo presidente, Sebastián Moreno. Los escrutinios iniciales dieron una ventaja ínfima a Jorge Uauy, pero al final se impuso la candidatura del extimonel de Cobresal y actual secretario general de la mesa que dirige Arturo Salah.
El acto del jueves describe dos grandes bloques. En rigor, el temor de los clubes que erigieron la candidatura del presidente de Palestino tiene nombre y apellido: el poder en las sombras que pretende disponer Victoriano Cerda, uno de los controladores de Huachipato, quien actuó como generalísimo del vencedor.
Desde el grupo que lideró Harold Mayne-Nicholls nos confidenciaron que el mayor peligro del fútbol chileno está en Talcahuano, en clara alusión a Cerda. Sus intervenciones en el Consejo de Presidentes, en las reuniones donde se conformaron las listas, apuntan a una visión cortoplacista, con un desprecio a los actores externos, con una óptica mercantil, que no considera el núcleo de esta actividad: el fútbol como expresión social y cultural, donde los protagonistas son el eje central.
Para los conocedores de Quilín, los nombres de funcionarios que suenan para ser cesados corresponden a obsesiones de Cerda sin mayor fundamento. Por ejemplo, las competencias operaron de manera eficaz y transparente, intentando satisfacer las necesidades de los clubes, variadas e interesadas.
Con este panorama, el desafío de Moreno es potente. Mantener las líneas gruesas de esta administración, con preponderancia de los criterios deportivos, pero ante todo dar confianza a la ciudadanía de que gobernará de forma eficiente, dejando en el recuerdo o la anécdota el caso del concentrado de Codelco en la división Salvador.
En la misma línea, los medios y clubes observarán con atención la influencia de Cerda. Si se instala que gobierna en las sombras, la gestión de Moreno estará destinada al fracaso y su reelección resultará muy compleja. Si para llegar al poder le sirvió el directivo acerero, el manual básico de sobrevivencia política apunta a prescindir de alguien que genere ruido y conflicto. El poder se ejerce sin sentimentalismos.
El fútbol chileno requiere abrirse y modernizarse. Los estatutos son caducos, pero ante todo, la lógica del nadie más juega es irreal. ¿Es viable una Primera División con 16 clubes e igual número en Primera B, a partir del criterio de la repartición de la torta del CDF? ¿Puede sostenerse la actividad con una Segunda División esmirriada, incapaz de cumplir el rol técnico de sumar y potenciar jugadores? En un fútbol que aspira al desarrollo, la pirámide es más ancha en las categorías inferiores.
En enero comenzará este mandato. La Copa América será el primer gran examen de este directorio, donde Reinaldo Rueda necesita afirmar un ciclo que por los éxitos del pasado asoma complejo y quizás traumático. Mientras llega esa instancia, Moreno y su directorio necesitan reflexionar. El 24-22 de la segunda y tercera votación habla por sí solo. El resquemor al cardenal Richelieu criollo generó una lista opositora que estuvo a punto de desbancarlos. No darse cuenta es de necios.