La confianza es fundamental en todos los planos de la vida. En las relaciones interpersonales, en las relaciones entre las instituciones de la sociedad y entre las instituciones y la ciudadanía. Confianza es creer lo que el otro dice, individual o colectivamente.
Vivimos desde hace algunos años, y que se ha incrementado en el último tiempo, una crisis de confianza en la sociedad chilena. A manera de ejemplo, en una reciente encuesta a nivel latinoamericano nuestro país aparecía en los últimos lugares de este atributo y allí se sostenía que solo el 15% de los chilenos confía en el otro y en las instituciones del Estado.
Para llegar a este punto crítico en que vivimos no hay sector, público o privado, en la sociedad que no haya colaborado en la construcción de este clima de desconfianza.
En el ámbito valórico y cultural, una de las instituciones más enraizadas desde el origen y nacimiento del Estado nacional fue la Iglesia Católica, todos sabemos las razones por las cuales esta ha deteriorado la confianza de los chilenos en ella. La empresa privada en Chile, de acuerdo al actual modelo económico, es la principal responsable de la vida económica en el país.
Este importante sector ha perdido, por "abajo", por el permanente abuso hacia el ciudadano consumidor y, por "arriba", por los escándalos de colusión de las grandes empresas. Me refiero a las farmacias, a los pollos, al transporte interurbano y en las últimas semanas un nuevo caso de colusión de algunos laboratorios que producían insumos para el sector público de salud.
Adicionalmente, en este ámbito solo basta constatar la desconfianza en el sistema privado de salud, las isapres, y en el sector privado de pensiones, las AFP. Si a lo anterior le agrego la administración privada de instituciones de educación superior bastaría recordar los casos de la Universidad del Mar, la Universidad Arcis, la Universidad Iberoamericana y en estos últimos días, la Universidad del Pacífico.
En el ámbito político e institucional, en todas las encuestas donde se pregunta por la confianza y credibilidad de diversas instituciones fundamentales, la regla permanente es que los partidos políticos, fundamentales para el sistema democrático, aparecemos en el último lugar de otorgamiento de confianza y credibilidad por parte de la sociedad; pero no solo eso, el penúltimo lugar lo ocupa el Parlamento y el antepenúltimo, el Poder Judicial y el Ministerio Público. Ni más ni menos que dos de los tres poderes del Estado, Legislativo y Judicial, constantemente aparecen en dichas muestras en los últimos lugares midiendo confianza y credibilidad.
Escapaban hasta hace algunos años de este deterioro institucional las FF.AA. y de orden y seguridad, así como la Radio; sin embargo, todas estas instituciones también han sufrido el embate de la falta de confianza por parte de la ciudadanía. Las recientes situaciones en el Ejército y en Carabineros de Chile mostrarán en los próximos estudios una caída importante en este atributo.
A todo lo anterior se suman los casos de corrupción en las más diversas instituciones públicas, municipios, gobiernos regionales, gobierno central y empresas del Estado que horadan aún más la confianza ciudadana.
Con ese cuadro arriba descrito, la pregunta es ¿qué hacer? Antes de proponer cabe consignar que una sociedad inundada por la desconfianza sencillamente en el largo plazo no es viable y este desafío tenemos que enfrentarlo. A nivel político institucional, recuperar la confianza es un proceso largo, cuántas veces hemos dicho o escuchado que obtener confianza demora años y perderla demora un minuto.
La clave para recuperar confianza por parte de las personas y de las instituciones es colocar la verdad ante todo, la máxima transparencia en el actuar y sobre todo, ser franco y sincero frente al horror y el error cometido. Sin ese paso previo no hay política pública que les permita a las instituciones recuperar la confianza y credibilidad en ellas de todas y todos los chilenos.