Señor Director:

En relación con la carta del señor Carlos Aldunate del Solar comentando mi última columna dominical, creo necesario hacer algunas precisiones.

Primero, soy un convencido de la importancia de la colaboración pública y privada en la cultura. En este ámbito, el Estado puede y debe financiar actividades de instituciones privadas. Sin embargo, como confunde el señor Aldunate del Solar, lo anterior no implica que esto deba hacerse a través de la Ley de Presupuestos.

Segundo, en su carta -quizás sin querer queriendo-, él refuerza el argumento central de mi opinión con otra pregunta. ¿Por qué dentro del conjunto de privilegiadas instituciones privadas consideradas en el proyecto de Ley de Presupuestos 2019, solo algunas y no otras ven reducir los aportes fiscales? ¿Gestión, resultados, impacto social? Sería bueno saberlo. Entonces insisto, ¿no ofrecería un sistema de fondos concursables objetivo y más amplio una solución a cualquier injusticia? Y de no gustarle la idea, ¿cuál sería su propuesta de financiamiento de "sentido común" para evitar las excepciones del Estado con algunas instituciones privadas?

En relación con mi genuina preocupación por la falta de argumentos económicos en nuestra cultura, utilizo el último punto de su carta para reforzarlo. Él plantea que el 0,4% del presupuesto dedicado a cultura estaría bajo el 2% mínimo establecido por organismos internacionales. Pues bien, sin entrar a debatir respecto de comparaciones internacionales, me interesaría saber desde dónde el señor Aldunate del Solar cree que hay que sacar el dinero para elevar el 0,4%: ¿Le sacamos plata al Sename?, ¿reducimos el presupuesto de salud?, ¿el pilar solidario de pensiones?, ¿reasignamos recursos de la gratuidad en educación superior?

Al discutir la asignación de recursos públicos, debemos recordar que estos son siempre escasos, que cada peso tiene un uso alternativo (costo de oportunidad), que la plata no cae del cielo. Ahí está no solo la madre del cordero, sino toda la parentela.

Sergio Urzúa
Economista