Cada vez que hay que hacer recortes presupuestarios en el Estado o en el mundo de la empresa, los que trabajan en cultura, humanidades o en el arte tiemblan. Saben que a los que toman estas decisiones no les vacila la mano a la hora de disminuir drásticamente los fondos destinados a lo que un pragmatismo frío y ramplón considera "inútil" o superfluo. Claro, no dicen esto públicamente, pero eso piensan. Como si la cultura y las artes fueran parte de la "grasa" que es necesario sacar para dejar solo el músculo.

Esta racionalidad "economicista" (y no económica en su sentido más genuino) les ha hecho un daño enorme a los países en que las actividades culturales son precarias y siempre al borde de la subsistencia. Si Gabriela Mistral tenía razón, "la cultura es el alma de un pueblo". Y a la cultura (el alma) le corresponde solo el 0,4% del gasto público de la nación.

Los expertos del Ministerio de Hacienda se estarán riendo al leer la palabra "alma" en esta columna. Los economistas, la nueva casta sacerdotal de la dictadura del utilitarismo, tienen una fe ciega en el "pensar calculante", y las palabras "belleza", "alma", "poesía" son para ellos palabras vacías que asocian con alguna abuelita "sensible" que alguna vez les leyó (si es que les leyó), cuando muy niños, cuentos de hadas. Son los mismos que me han dicho, cuando he escrito sobre estos temas u otros de interés público: "¡Ah, es que usted es un poeta!".

La poesía es para mí el gran patrimonio intangible de Chile y el único ámbito donde como país hemos "ganado" de verdad, donde somos "campeones mundiales", y por eso, que me digan "poeta" es un elogio. Pero muchos lo dicen con el típico desdén de los que -como afirmó una vez Antonio Machado- "desprecian cuanto ignoran".

Escribo estas líneas porque me llegan noticias alarmantes de una significativa reducción del aporte del presupuesto de Cultura para el próximo año a instituciones y proyectos privados que han jugado un papel que en otros países cumple el Estado, como el GAM, el Museo Violeta Parra, Teatro a Mil, entre otros.

Sé que la nueva ministra de Cultura es una mujer con sensibilidad estética, no solo una buena gestora. ¿Pero cuánto pesa un ministro de la Cultura ante un ministro de Hacienda?

¿Es cierto que al Museo de Arte Precolombino, un museo de excelencia a nivel mundial, se le hará un importante recorte del aporte fiscal para el año 2019? Muy mala señal. Recuerdo perfectamente una inauguración apoteósica del nuevo museo, en el primer gobierno del Presidente Piñera, en la que las autoridades se peleaban para salir en la foto y hacían promesas de "amor eterno". Porque para eso sí que sirven la cultura, las artes, el patrimonio: para "sacarse una foto". Después, "si te he visto, no me acuerdo"...

En los próximos días llega a Chile Nuccio Ordine, ensayista italiano, autor de "La utilidad de lo inútil". Participará en "Puerto Ideas" (qué encuentro tan "inútil") en una ciudad "inútil" (Valparaíso) y presentará un libro "inútil", "Una escuela para la vida", de una editorial de una universidad estatal (también "inútil").

En este libro, Ordine cuenta que Robert Wilson, un físico norteamericano -en plena Guerra Fría-, exponía ante una comisión del Senado para defender la asignación de un alto presupuesto a una investigación científica. De pronto, fue interrumpido por un senador que le preguntó: "¿Me podría explicar la utilidad de estas investigaciones para la defensa de la patria y nuestra disputa con Rusia?". Wilson le contestó: "Nuestras investigaciones tienen que ver con cuestiones como estas: ¿somos buenos pintores, buenos escultores, grandes poetas?, quiero decir, con todas esas cosas que respetamos y veneramos en nuestro país y por las que somos patriotas. No tienen relación directa con la defensa de nuestro país, excepto que contribuyen a hacerlo digno de ser defendido". Sí, porque la merma de la cultura para un país es tan grave como la pérdida de su soberanía.