Es un hecho de la causa que la selección perdió intensidad y protagonismo en el proceso de búsqueda encabezado por Rueda. Eso tiene que ver con rendimientos individuales y por las ausencias de hombres que fueron clave en el período dorado, como Aránguiz, Díaz y Sánchez, pero también por el nuevo sistema impuesto por el colombiano, sobre todo porque no parece tener especialistas a la altura del desafío.
La idea es mantener laterales con proyección, pero ahí no hay alternativas viables. La búsqueda por la izquierda retornó a los tradicionales (Mena, Albornoz y seguramente Beausejour, cuando se recupere) y por el otro lado, Isla es inamovible, más aún porque Opazo no ha sido considerado. Para armar lo que en la era de Bielsa se denominó "la doble punta", Rueda ha privilegiado a Sagal y Junior Fernandes, más Diego Valdés (cuando no integra el rombo central) o Martín Rodríguez, pero ninguno ha logrado impresionar como lo hicieron Vargas o Puch, anteriormente.
Los aleros no son volantes -porque no colaboran certeramente en la cobertura de los rivales- ni atacantes efectivos, ya que ni desbordan ni hacen goles. Y en su intrascendencia dejan demasiado solitario al delantero centro (Rubio, Castillo, Henríquez o Jeraldino), lo que se trasunta en sequía de gol, pero sobre todo, en una preocupante anemia en llegadas con peligro.
Perú desnudó una realidad: Chile está perdiendo con facilidad la lucha en el mediocampo porque el territorio que debe cubrir Medel es ancho y vasto, y lo hace sin ayuda. Contra Corea del Sur, Aránguiz disimuló la falencia, pero ante Perú, Matías Fernández reflejó una realidad palpable. Que la zona donde estén nuestros mejores jugadores en la actualidad sea un problema es porque hay ausencias obligadas por lesión o por decisión técnica, pero un mediocampo con Medel, Díaz, Aránguiz y Vidal sigue "sonando bien", más aún si por las bandas no hay alternativas para perseverar en la táctica elegida, ni más enganches que Jorge Valdivia en el horizonte cercano.
Lo peor que puede pasarle a Rueda es que la nostalgia le gane a la ilusión, y ya sabemos que los procesos de búsqueda funcionan en la medida en que se avizoren cambios positivos, y no una involución. Sobre todo, porque la desintegración del grupo -que nos dejó fuera del Mundial- sigue pareciendo evidente, con liderazgos mal entendidos y una zona gris de decisiones técnicas que no encuentran explicación.
Mientras Rueda no logre separar su necesidad de las obsesiones del grupo, las dudas se seguirán alimentando en las contradicciones del técnico, que tiene un espectro poco claro y ambiguo para convocar. Y que aparece sujeto a un esquema que hasta ahora no entusiasma. Ni siquiera a ratos.