"UN ASUNTO DE FAMILIA", LA ÚLTIMA PELÍCULA DE HIROKAZU KOREEDA, GANÓ LA PALMA DE ORO EN CANNES, y no fue una sorpresa para alguien que ha sido cinco veces nominado y también galardonado en cuanto festival existe.
Otras de sus obras, "De tal padre tal hijo" (2015) o "Un día de familia" (2008), están en la fragua de un director con gran talento narrativo y por eso sus historias se deslizan de manera clásica e imperceptible.
Este talento le permite seguir una historia mínima, porque lo que se cuenta en "Después de la tormenta" no está en ninguna épica, no hay personajes grandiosos y nada de esto podría importar demasiado, porque se trata de algo común y de normal ocurrencia: una vieja piensa en la muerte, una pareja se divorcia y un joven mantiene la esperanza de recomponer a su propia familia.
La gran razón por la que empiezan a importar parte por este antecedente: es una película muy bien filmada y ese don enriquece y le otorga esplendor a cualquier vida, por leve que sea y por pequeña que parezca.
La película se abre con una conversación trivial, alegre y en confianza, entre Yoshida (Kirin Kiki), que después de medio siglo acaba de enviudar, y su hija Chinatsu (Satomi Kobayashi). Hablan de personas próximas y lo hacen con cierta maldad y humor, quizás con un poco de chisme y algo de exageración.
El escenario es el pequeño departamento de la viuda, el lugar donde se desarrolla gran parte del relato, porque en ese sitio los integrantes -un padre y la madre, más una hija y un hijo- crecieron, aprendieron y formaron una familia.
La señora Yoshida no es la protagonista, pero su presencia y deseos inundan la historia, aunque lo que quiere no va a suceder.
A Ryota (Hiroshi Abe), su único hijo, la sombra de su padre muerto no lo deja en paz. El hombre tuvo cierto esplendor intelectual en el pasado, cuando publicó su novela "La mesa está vacía", pero ahora se ha venido abajo y aún no toca fondo, pero lo intenta: engaña a los cercanos, rasguña dinero ajeno y ha mentido tanto que ya no puede parar.
Ryota trabaja como detective privado -en rigor una oficinilla que descubre adulterios, pequeños engaños y cosas así- y no puede evitar el apostar o el jugarse un número, y le cuesta juntar los yenes de la pensión para su ex esposa y su hijo Shingo (Taiyo Yoshizawa).
Esta es una película sin desgarro ni amargura y tampoco con vicios permitidos o innombrables.
Incluso los personajes acarrean cierto humor y hasta sus desgracias, según el punto de vista, podrían ser una comedia.
Las frustraciones se aplacan, los recuerdos se reinventan, se seca el desencanto y queda lo que se hace según pasan los días.
Un joven crece, algún día morirá la abuela, una mujer quiere otra oportunidad, un padre hace lo que puede.
Las cosas no fueron como en los sueños, sino como en la realidad.
Tampoco pasa nada.
"Umi yori mo mada fukaku". Japón, 2016. Director: Hirokazu Koreeda. Con: Hiroshi Abe, Yoko Maki, Taiyo Yoshizawa. 117 min. TE.