El Informe de Política Monetaria recientemente publicado por el Banco Central de Chile revisó al alza el crecimiento proyectado para este año, desde un rango del 3,25 al 4,0% a uno del 4,0 al 4,5%. Esta revisión se basa principalmente en un crecimiento del primer semestre que resultó mayor que el considerado en el informe anterior y supone una cierta desaceleración en el segundo semestre.
Con todo, los riesgos de que la desaceleración se profundice y sea más duradera han aumentado en el último mes: se agudizan las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, crecen las presiones financieras sobre los mercados emergentes y China se desacelera en el margen.
La agudización de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y la amenaza del Presidente Trump de aumentar los aranceles a los autos y partes aumenta la incertidumbre, desacelera el comercio mundial, impacta las cadenas globales de producción, afecta los pedidos de bienes de capital y afecta el crecimiento de China, país que ha sido el principal impulsor del crecimiento mundial en los últimos años y el mayor demandante de metales, y amenaza el crecimiento mundial. Este shock impacta a China justo cuando estaba en pleno proceso de reducir sus problemas de sobreendeudamiento, exceso de capacidad, y medioambientales, y la obliga a introducir estímulos fiscales y monetarios para intentar evitar una desaceleración mayor. Con todo, la desaceleración de la producción industrial y de la inversión impacta el precio de los metales.
Al mismo tiempo, las presiones financieras sobre los países emergentes se profundizan como consecuencia de una serie de shocks : (1) la reducción de la liquidez internacional, resultante de la disminución gradual del tamaño del balance de la Reserva Federal (Fed) y de la reducción de las compras mensuales de bonos del Banco Central Europeo; (2) el aumento de tasas de la Fed y la mayor probabilidad de que el proceso de alza de tasas continúe en los próximos meses; y (3) una importante apreciación multilateral del dólar a partir de marzo pasado.
Como resultado, los países emergentes enfrentan un entorno externo más difícil: un alza en las primas de riesgo de su deuda, salidas de capitales, deterioro de condiciones financieras, y caída de precios de los metales. En el orden interno, sus monedas se han depreciado y las tasas de interés internas han subido. Consecuentemente, sus perspectivas de crecimiento se han deteriorado. Los países más afectados han sido aquellos con fundamentos económicos más débiles (altos déficits fiscales y/o de cuenta corriente, alta deuda externa en dólares con respecto a su producto, altas necesidades de financiamiento externo neto como porcentaje de su producto) y los con mayor incertidumbre política.
En este grupo destacan particularmente Argentina, Turquía, Brasil y Sudáfrica. Argentina tiene un alto déficit fiscal y de cuenta corriente -que requiere de un cuantioso financiamiento de los mercados externos-, y tiene a la vez una alta inflación y un banco central sin autonomía del gobierno y carente de credibilidad. Turquía, por su parte, tiene una inflación de dos dígitos, un alto déficit en cuenta corriente y un gobierno que cuestiona el actuar de su banco central. Brasil, en tanto, tiene un muy alto déficit fiscal, que supera el 8% del producto, asociado al déficit de su sistema de pensiones, un bajo crecimiento y alta incertidumbre política, donde no se vislumbra que el ganador de las elecciones presidenciales de octubre sea capaz de enfrentar el problema del déficit de su sistema previsional. Por último, Sudáfrica tiene problemas políticos asociados al apoyo del partido de gobierno a expropiaciones de tierras agrícolas sin compensación y a cambios en la tributación minera. Como consecuencia, las perspectivas de los países emergentes se han deteriorado, no solo en los países ya señalados, sino que en todo el grupo.
Por suerte, este deterioro del entorno externo de los países emergentes encuentra a los países avanzados con un crecimiento sólido, especialmente en Estados Unidos y Japón, y una zona euro donde la desaceleración del primer trimestre se ha detenido. Sin embargo, la guerra comercial iniciada por Estados Unidos afecta no solo al mundo emergente, sino que aumenta la incertidumbre global y comienza a afectar las expectativas empresariales y las intenciones de inversión también en los países avanzados. Como resultado, los riesgos de una desaceleración algo más pronunciada de los países avanzados -el 2019- también han aumentado. Con este telón de fondo, los riesgos externos al crecimiento de Chile, especialmente para el próximo, se han incrementado en forma importante.
Implicancias para las políticas internas
Con este nuevo escenario, se torna más urgente avanzar en seguir fortaleciendo la estabilidad macrofinanciera y en reformas para aumentar la tasa de crecimiento potencial. En lo primero, es fundamental cumplir con el plan anunciado por el Ejecutivo de avanzar gradualmente en reducir el déficit estructural y aprobar la reforma a la Ley de Bancos. En lo segundo, se requiere remover obstáculos a la inversión y a los aumentos de productividad. En inversión son buenas noticias el nuevo plan de concesiones anunciado por el Ministerio de Obras Públicas, el alza de un 19,5% del catastro de proyectos de inversión para el 2019-2023 durante el segundo trimestre (informado por la Corporación de Bienes de Capital) y la creación de una Oficina de Gestión de Proyectos Sustentables (GPS) en el Ministerio de Economía, para monitorear los obstáculos y el avance de los procesos de aprobación de grandes proyectos de inversión.
Pero, claramente, en inversión se requiere más que esto. Hay que avanzar más decididamente en simplificar los procesos de evaluación y aprobación de grandes proyectos, que permita enfrentar la tarea pendiente de reducir los innumerables trámites y demoras, y avanzar en una modernización tributaria, que reduzca el sesgo antiahorro, antiinversión, anti-PYME y antiemprendimiento del sistema tributario actual y que, a la vez corrija, la inequidad horizontal y vertical del sistema. Esto último, pasa por volver a un sistema integrado, donde dos personas con el mismo ingreso, independientemente de su fuente, ya sea fruto del trabajo o de la inversión, tributen lo mismo. La progresividad del sistema se logra a través de un esquema de tasas medias crecientes a nivel personal, esto es, que una persona con un ingreso más alto pague una proporción mayor de su ingreso en impuestos.
En política monetaria, el Banco Central tendrá que poner mucha atención en las proyecciones de brechas de capacidad y de inflación en sus evaluaciones del curso futuro de la política monetaria, dados el deterioro en el entorno externo y una probabilidad mayor de que este siga empeorando en los próximos meses y que la inflación subyacente esté todavía bajo el 2% anual.