QUINN MCKENNA (BOYD HOLBROOK) ha participado en 23 misiones secretas en los cinco continentes, su misión específica es la de francotirador y se trata de un soldado al que probablemente le acomoda la época Trump, porque dispara primero y no pierde tiempo en preguntar.
Su hijo Rory (Jacob Trembley), un joven de unos 12 años, afortunadamente ha evolucionado, porque es muchísimo más listo que el padre y su especialidad es la investigación y las destrezas tecnológicas.
La distinción entre padre e hijo es relevante, porque la sexta película de la saga reinstala la historia como comedia juvenil, sangrienta y desbordada.
Al menos en la voluntad y según las intenciones iniciales, cuya propulsión, eso sí, es de tiro corto, y lo que parecía despeinado y destemplado, no resiste la inercia del producto en serie que busca desesperadamente su condición de estándar, y retornar a la zona de confort aburrida donde se privilegia el molde las veces que sea necesario.
La película insinúa cierto desmarque y cambio de paso, pero lo que prima es la poderosa fuerza de gravedad de una serie que perpetúa el ritual del consumidor rematado y consumado, que después de ver la nueva, vuelve a decir lo antiguo: la mejor sigue siendo la primera.
Esta saga de ciencia ficción ya tiene poco, porque es verdad que el Depredador viene del espacio exterior, pero es como si fuera de la casa, después de tanto cómic, videojuego y películas como "Depredador" (1987), "Depredador 2" (1990) y "Depredadores" (2010), además de "Alien vs. Depredador" (2004) y "Alien vs. Depredador 2" (2007), donde los guerreros alienígenas eran más bien los buenos de la historia.
Esta vez, todo parte por la selva de México, pero se traslada a un pueblo estadounidense en los días de Halloween, donde los alienígenas regresan armados y decididos, y con perros depredadores.
La película y sus mejores momentos -por cierto, breves- es la presentación del Grupo Dos, un puñado de soldados prisioneros por brutalidades en Mosul o contra los talibanes, que están en la categoría de peligrosos y orates.
La introducción de los presidarios Nebraska, Coyle, Baxley, Lynch y Nettles subraya la condición de una película que al menos no se toma en serio en lo más mínimo y, al contrario, se sazona con gotas de delirio, toques de gore y un par de diálogos divertidos.
¿Continuará la saga?
Es lo más probable, porque en un dato muy al pasar se reafirma que descubrieron ADN humano en un Depredador, para que brote de inmediato la conclusión científica: alguien tuvo sexo con el alienígena.
Hay que registrar minuciosamente la saga para descubrir cuándo, cómo y por dónde fue.
Arnold Schwarzenegger, a estas alturas, dirá "a mí que me registren".
Nadie lo hará y probablemente no fue él, pero esta es una saga del Hollywood antiguo y actual, es decir, nunca se sabe.
"Predator". EE.UU.-Canadá, 2018. Director: Shane Black. Con: Boyd Holbrook, Jacob Trembley, Olivia Munn. 107 min. 14 años.